El festejo de los 90 años de Consuelo Behrens de Antía

El desfile de gente, por el apartamento de la Rambla de Punta Carretas, comenzó temprano, en la mañana, del pasado lunes primero de julio. No era para menos, la abuela cumplía 90 años y todos querían empezar ese día largamente soñado , saludándola.La abuela es una persona especial; una de esas mujeres que ha sabido ganarse el cariño y el respeto de todos quienes la conocen y el amor incondicional de sus 8 hijos, sus 36 nietos y sus 14 bisnietos. La abuela es Consuelo Behrens de Antía.Desayunando en la cama, entre hijos y nietos que pasaban a darle un beso antes de ir al trabajo, ramos de flores que -en poco rato- convirtieron la casa en un improvisado jardín y el teléfono que no paraba de sonar, transcurrió la mañana. Nadie quería dejar de saludar a esa señora cuya filosofía de vida ha sido y es "educar para la solidaridad y el amor" y "tener buena memoria para las cosas buenas y una frágil memoria para las cosas malas"Su enorme, barullenta y entrañable familia, la formó junto al arquitecto Enrique Antía , a quien le echó el ojo el 10 de marzo de 1941, (el primer día de clases de Preparatorio en el Bauzá), para ennoviarse cuatro meses después, casarse en marzo de 1949 y enviudar en mayo de 1998. Fueron 57 años juntos. La cosecha de esa permanente siembra de amor, solidaridad y compromiso social, fue evidente en la fiesta con que sus hijos y nietos homenajearon su cambio de década."Mamá queremos festejar tus 90", le dijeron varios meses atrás sus hijos. "Me parece buena idea", comentó Consuelo, con su característica sonrisa. "No va poder ser aquí, en tu casa porque no entramos; pero nosotros nos encargamos de todo", dijeron los hijos. "Que sea algo íntimo", pidió ella.Algo íntimo para los Antía-Behrens, significa partir de una base mínima de 100 personas, (hijos, nueras, yernos, nietos casados y o ennoviados). Lo cierto que, a las 20 horas cuando Consuelo llegó al lugar elegido para el festejo, la recibió la mayoría de su familia, el resto y un reducido grupo de amigos se fueron sumando minutos más tarde. Empezaba una celebración que quedará en el recuerdo para siempre de todos los que allí estuvieron.¿Por qué? Por la fuerza y el cariño que se percibía ni bien se ingresaba a la casona de la calle Scosería. Todo estaba previsto para sorprender a la abuela y emocionar a todos.El sonido de una rumba fue la voz de alerta. Consuelo fue convocada a un balcón interior de la casa. Las nietas se formaron, en el patio interior cual bailarinas de un musical de...

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