Festejos y relajación en el trabajo explican el aumento de casos de COVID-19

tOMER uRWICZEl avance de los contagios del COVID-19 en Uruguay fue dibujando, en una gráfica, una penillanura "levemente ondulada". Cada tanto surgía un pico, a veces a modo de colina y otras en forma de montaña, que se explicaban por un brote. Pasó con un casamiento, con un residencial de adultos mayores, con la transmisión en el departamento de Treinta y Tres, con los prestadores de salud. Pero desde hace dos meses -y con más énfasis en el última quincena- la gráfica empezó a asemejarse a una cordillera. "Bajo control", dicen las autoridades, pero con récord de positivos ayer (95) y de personas cursando la enfermedad (629).¿Por qué? Un brote aislado ya no explica el aumento de casos. Mucho menos en Montevideo, donde ayer hubo 60 positivos nuevos y se sumaron cuatro brotes vinculados a instituciones deportivas y a un grupo de danza. La capital del país fue transformándose -en buena medida por aumento de la movilidad en la zona de mayor concentración de población- en un cúmulo simultáneo de varios focos y brotes. Tanto es así que, según la matemática María Inés Fariello , "Montevideo es lo que más preocupa... ante la pérdida del hilo epidemiológico sería más difícil «apagar el incendio»".En números eso tiene una traducción: hace 18 días que en Montevideo se registran más de 20 positivos nuevos cada día (sin tomar en consideración el 2 de noviembre que, feriado mediante, hubo una caída de testeos ). Y se traduce, además, en que al comienzo de la pandemia se generaban entre cuatro y diez contactos por cada infectado; y en las últimas semanas ascienden a entre 15 y 40.A la hora de ponerles nombres, los epidemiólogos hablan de un goteo "de los colegios privados", de "clubes deportivos", de "fiestas", de "reuniones laborales". Pero, más allá de etiquetas, los técnicos identifican dos contextos prioritarios: festejos en espacios cerrados y lugares de trabajo .> > El cóctel entre diplomáticos , el brote en un supermercado anunciado el sábado, el caso del INAU y el foco en el Poder Judicial -por solo mencionar ejemplos del último mes- responden a la misma lógica: trabajadores que bajaron la guardia."Hay una relajación en todos los ámbitos. Se perdió el miedo cuando, en este tipo de escenarios, el miedo opera como resguardo. Eso se ve mucho en reuniones, a veces de siete o diez personas, y se nota en el trabajo: aires acondicionados encendidos, ventanas cerradas, oficinistas juntos sin tapabocas". Así lo entiende Susana Cabrera, profesora agregada...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR