El fracaso del Frente Amplio

La defensa del interés nacional y de los valores republicanos se resume en un sistema político creíble, un sector público fuerte y un gobierno respetado. En primer lugar, la credibilidad del sistema hace a la plena vigencia del Estado de Derecho, al armónico funcionamiento de los Poderes del Estado y a la estabilidad macroeconómica. Para ello se necesita de partidos políticos sólidos con dirigentes formados y disciplinados capaces de gobernar con la mínima transparencia de gestión a todos los niveles institucionales.

En segundo lugar, un Estado fuerte no significa una burocracia asfixiante ni monopolios públicos que eliminen la competencia con el argumento que con ellos se defiende la soberanía de un país. Alcanza con un Estado orientador, regulador y garante; que permita que el mercado se desarrolle atrayendo inversiones privadas preservando la competencia, evitando posiciones dominantes. Sobre todo, en economías como la nuestra en que el pequeño y mediano empresario representan más de la mitad del Producto Bruto Interno con una tasa de empleo superior al 70%.Y que por otra parte, en la aplicación de las políticas públicas pueda sustraerse a la presión de intereses sectoriales y corporativos que reclaman recursos sin someterse a ningún tipo de evaluación de los resultados.

En tercer lugar, un gobierno respetado es aquel que ejerce la autoridad en el marco de la Constitución, aplica su poder coercitivo de acuerdo a las normas y exhibe un pudor institucional que permite que los gobiernos no afecten al sistema excitando el descreimiento y el enojo colectivo.

Todo lo expuesto, que parece teórico, es el trípode que sostiene el funcionamiento de un Estado moderno y democrático. Si no funciona con esos pilares básicos, la suerte de un país y de su gente solo dependerá de los acontecimientos externos que incidan sobre el destino de su economía.

Afortunadamente, un cambio se percibe en la opinión pública que ha comenzado a darse cuenta del chavismo rioplatense que inundó las cabezas de las administraciones frenteamplistas. Al punto, que censura agriamente a un Vicepresidente viajero que se atreve a opinar sobre la mejor manera de gobernar el país, mientras las jerarquías de Ancap desfilan en los juzgados tratando de responder por las decenas de millones de dólares que se perdieron en la orgía política en que la introdujo.

También debe tomarse en cuenta que la sorpresa y la indignación empiezan a despertar a una ciudadanía hasta ahora anestesiada...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR