El fraude explicito de Daniel Ortega

Con esa lectura del momento en el que llegó al poder el sobrino de Napoleón I, marcó su diferencia con la visión que habían tenido Proudhon y Víctor Hugo, quienes para el autor de El Capital, engrandecían al personaje sin proponérselo.> > A Daniel Ortega le cabe una mirada como la de Marx sobre quien terminó proclamándose emperador Napoleón III. No fue por visión de estadista que acabó encabezando la Junta revolucionaria tras la caída del somocismo en 1979. Las "circunstancias y las condiciones" de un momento histórico le allanaron el camino. Pero más tarde él se encargó de demostrar que, además de carecer de visión de estadista, carece de escrúpulos y de inteligencia para controlar su voraz instinto de poder.> > Pudo quedar en la historia vinculado a la caída de una dinastía espantosa, pero su capítulo ya se parecer a los de los típicos dictadores caribeños.> También le faltó capacidad para perpetrar un fraude discreto. La elección del domingo fue una farsa impresentable que lo coloca entre los déspotas fraudulentos más impúdicos.> > En Turkmenistán, Saparmurat Niyyazov hizo un plebiscito en 1994 para seguir en el poder al que había llegado como burócrata soviético, y lo ganó con el 99,9 de los votos. En materia de resultados electorales absurdos, superó al 99,2 por ciento que dijo obtener Hafez al Assad en el referéndum con el que "legitimó" el golpe de Estado de 1971 en Siria.> > Muchos autócratas cometían la torpeza de dibujar cifras ridículas en los escrutinios de sus farsas electorales. De haber podido controlar sus delirios megalómanos, habrían presentado resultados que, por menos ostentosos, resultaran más creíbles.> > En ese ranking entró Ortega al hacerse otorgar casi el 75 por ciento de los votos, añadiendo el también inverosímil 65 por ciento de participación.> ¿Puede obtener ese respaldo quien aplastó masivas protestas contra su régimen corrupto mediante una represión que dejó más de 300 muertos?> En realidad, la elección en Nicaragua no divide el mundo entre los que creen y los que no creen en la legitimidad del triunfo de Ortega, sino entre los que no creen y los que simulan creerlo.> > Incluso si las cifras fueran reales, la elección presidencial carece de legitimidad por la razia de opositores que perpetró el régimen, sacando de la competencia a todos los dirigentes de la...

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