Frente Amplio: la esperanza nonata

Todo indica que la propensión a emigrar de los uruguayos no era el problema que entonces afligía al país aunque así lo percibían los dirigentes frentistas a quienes les gustaba bromear con aquello de que "el último que se vaya que apague la luz".

Es que la tendencia a salir del Uruguay en busca de nuevos horizontes venía de atrás cuando el Frente Amplio creyó descubrirla como la quintaesencia del problema nacional y la tomó como caballito de batalla. El sociólogo César Aguiar lo había demostrado en su ensayo Uruguay: país de emigración , en donde las cifras probaban la proverbial inclinación de los uruguayos a cambiar de aires, en la mayor parte de los casos buscando mejores empleos, algo que la vecina Argentina ofrecía desde siempre.

Para el Frente Amplio, sin embargo, la emigración era algo así como una lacra, fruto de la mala gestión de blancos y colorados, o efecto de las persecuciones políticas, en particular la que el gobierno de facto desató en los años setenta. Bajo esa perspectiva la salida del país de decenas de miles de compatriotas fue siempre considerada desde la izquierda como un sinónimo de fracaso de las políticas de gobierno.

El tema se tornó interesante cuando al Frente le tocó gobernar. Bendecido por una bonanza en los precios de nuestras agroexportaciones y el consiguiente crecimiento del producto, la izquierda logró cifras récord de desempleo que sofocaron los clásicos pujos migratorios de los uruguayos, situación que en general persiste hasta la fecha.

De todos modos, lo que no logró la izquierda fue mitigar la propensión a emigrar del sector de punta de la sociedad uruguaya, el que integran los jóvenes más preparados y ambiciosos que sienten que el país...

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