Galería de freaks

Mercedes EstramilNADIE SABÍA que en 1940 había nacido en Montevideo Carlos Hevia, que había muerto en 2006, y que era el "autor de una monumental y a menudo mixtificadora biografía sobre San Martín donde, entre otras cosas, se dice que éste era uruguayo". El dato aparece en el alucinante ensayo La literatura nazi en América (1996) del chileno Roberto Bolaño y es, como la mayoría de los que ahí figuran, un dato revelador pero absolutamente apócrifo.No existió el uruguayo Hevia, ni la poetisa mexicana Irma Carrasco golpeada por su marido, ni el homófobo, antisemita y racista Jim O`Bannon, ni el cubano Pérez Masón, especialista en acrósticos. Sin embargo, a ningún lector atento le quedarán dudas de que en el planeta literario gente como ésta existió, existe y existirá siempre, y de que hasta hemos leído sus libros aunque paradójicamente "no existan".Las bibliografías ilusorias que arma Bolaño con su humor de intelectual que juega a creérsela pero no se la cree, remiten a otros "ensayos" anteriores. Más que nada a Vidas imaginarias (1896) de Marcel Schwob, a Retratos reales e imaginarios (1920) del mexicano Alfonso Reyes y a Historia universal de la infamia (1935) de Borges, libros que en distinta medida también jugaban el juego de hacer pasar por cierto lo apócrifo, o de contextualizar datos verdaderos con invenciones hasta lograr una textura homogénea que pusiera en tela de juicio, precisamente, la existencia de una frontera creíble entre realidad y ficción.LA BARBARIE CULTA. En tren de destruir creencias, la primera embestida de Bolaño es crear un canon políticamente bien incorrecto, deconstruyendo esa idea de la literatura como un olimpo de humanidad y grandes valores, algo que cualquiera sabe que no es así. Entre los integrantes de este diccionario falso de autores americanos figuran hombres y mujeres nazis, racistas, xenófobos, homofóbicos, torturadores y asesinos, además de mediocres. Todos, sin embargo y como es lógico, pretendiendo investirse de la grandeza de escribir, sensibles a un verso, parricidas literarios, creyentes en la posteridad.El espíritu paródico con que Bolaño reelabora el estilo ampuloso, sentencioso y acumulativo de las historias de la literatura es el sostén del libro. Por supuesto, hay pautas de verosimilitud que se siguen a rajatabla: subdivisiones con títulos que van de lo pretencioso al clisé ("Los héroes móviles o la fragilidad de los espejos", "Los poetas malditos"). Hay pocas mujeres (cuatro en una treintena de autores) y...

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