Grito.3

GERARDO SOTELOEstaba visto. Apenas el gobierno fijara la fecha de las celebraciones del Bicentenario iba a estallar la polémica. ¿Se corresponde con la verdad histórica? ¿Nacimos como nación con el Grito de Asencio? ¿Era aquel país este o, lo que es aún más dramático, es este el país por el que lucharon aquellos bravos? Si se aprovecharan los festejos para algo más que la sensiblería y el pericón, podríamos terminar el año con una idea más acabada de los complejo y contradictorio que fue el proceso emancipador.Uruguay llegó a lo que es porque forjó una identidad en una continuidad institucional independiente, a veces incluso contra la voluntad de algunos de sus patriotas. De ningún modo es cierto que seamos sólo treinta y tres gauchos atrás de un puerto (desde cuyos barcos habríamos descendido los demás) ni una pradera con vista al mar. Pero si la patria se hizo a caballo, al menos su versión moderna se completó a pizarrón, azada y fretacho.Hace una década, Manuel Fraga Iribarne nos recordaba que la generosidad con que fueron recibidos los inmigrantes durante décadas fue posible porque el país estaba vacío. Este proceso comenzó antes de que la patria cumpliera su primer centenario con tal pujanza que, a comienzos del Siglo XX, Montevideo hervía de sangre extranjera. El país incorporaba nuevas ideas, habilidades, vientres y brazos. Los inmigrantes europeos trajeron consigo un tesoro: sería el trabajo y el esfuerzo por educar a sus hijos lo que les permitiría salir adelante. El mismo tesoro...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR