'A mi hija la mataron 2 veces'

Menor acusado del asesinato de joven de 20 años fue liberado tras diez meses en el INAU.

A mi hija le dispararon ocho tiros por la espalda, dijo ‘Amor’ y enseguida murió. Esa fue su última palabra", recuerda la madre de Camila Weissel Amarilla.

El caso que en su día conmocionó a Maldonado, por la virulencia del ataque a balazos contra el auto en el que viajaba la muchacha de 20 años, volvió a foja cero. El menor señalado como el autor de los disparos que mataron a la joven recuperó la libertad dos semanas atrás por decisión de un tribunal de apelaciones de Familia de Montevideo.

Ahora su madre, Florencia Amarilla Fernández, reclama justicia. La noticia de la libertad del menor la retrotrajo a la fatídica noche del 25 de julio del año pasado.

"Es una herida que está ahí. Hace diez meses que voy a un psicólogo especialista en duelos. Lo hago para poder seguir. Para tratar de salir adelante. Pero esta noticia es como que todo se revuelve dentro de uno. No he podido hacer el duelo. Es como si la volvieran a matar de nuevo. Es una locura", dijo Florencia a El País durante un alto en el trabajo, en el vivero que administra con su familia.

"Somos una familia que dormíamos sin llaves en la puerta. Ahora, en este Maldonado, hay gurises de 14 o 15 años que andan armados por la calle. Si te los cruzás y tenés un problema, se levantan el buzo y te muestran el arma calzada en la cintura. ¿Qué mirás? Tengo para vos, te amenazan", afirma.

La madre de Camila espera que la fiscal que tiene el caso apele ahora el fallo del tribunal de Familia y que el expediente vuelva a ser analizado.

Según sostiene la familia, el fiscal del caso está convencido de que el trabajo de la Policía y del juez del caso, Marcelo Souto, permitió esclarecer el asesinato, determinando que al menor, ahora liberado, era el autor de los disparos que mataron a la joven.

Camila era la única hija de Gustavo Weissel y de Florencia Amarilla Fernández, una conocida familia de Maldonado.

Había nacido el 25 de marzo de 1995. Trabajaba y estudiaba para ser maestra en algún jardín de Maldonado.

Así se lo había contado a su tía, Gimena Amarilla, cuando regresó de un viaje a México.

"Vino Camila y me dijo: Tía, necesito la túnica para empezar a prepararme con los niños", le contó, entusiasmada, a Gimena. Además, se había ido a vivir con una compañera del trabajo, hacía 20 días, a una casa del barrio Biarritz. Una forma de comenzar su independencia de la familia que la cubrió, la cobijó y la amó...

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