La historia de 'El Chacal' llega primero al cine y luego a la Tv

EL PAÍS - MADRID | BORJA HERMOSOMientras disfruta de un sándwich de salmón y una taza de té en un café valenciano, Olivier Assayas (París, 1955) se sigue preguntando cómo logró hacer su película "Carlos".Contar la vida y milagros de Ilich Ramírez Sánchez, alias Carlos, alias El Chacal, bestia negra de las policías y servicios secretos de media Europa en los años setenta, enemigo público número uno en Francia, heraldo del terrorismo internacional, mercenario total, rufián revestido de marxismo que secuestró en Viena a los ministros de la OPEP... y hacerlo en cinco horas y media de trepidante cine, con toda la libertad del mundo, 13 millones de euros en el bolsillo y la cooperación de un actor que será una superestrella en un día no muy lejano (el venezolano Edgar Ramírez) no era sencillo. "Es más, parecía una locura y yo estaba aterrado... Me considero una excepción del cine europeo de hoy por haber podido estrenar. Es el fruto de circunstancias milagrosas", explica Assayas.El año pasado en Cannes, donde fue proyectada íntegra (la versión para la gran pantalla reduce el material a dos horas cuarenta minutos), Carlos provocó un agrio debate en torno a su naturaleza cinematográfica o televisiva que acabó con su retiro del concurso. En opinión de Assayas, debates como ese son "totalmente arcaicos hoy". Y lo argumenta así: "Cine, televisión, un montaje, el otro, qué más da... La forma en que vemos el cine evoluciona sin parar. Y no podemos hacer como si no estuviera pasando nada. Replegarse sobre actitudes dogmáticas no tiene sentido, va contra la modernidad".Lo pensó mucho el director francés antes de lanzarse a contar la vida de Ilich Ramírez, quien por cierto cumple condena perpetua en la prisión de Clairvaux, desde donde interpuso una demanda judicial contra los productores de la película. "Es normal que no le gustara... él sigue negando casi todos los hechos que aquí se presentan", comenta Assayas, quien evoca así el origen del proyecto: "Yo tenía mucho miedo de hacer esta película y pedí carta blanca al 100% para hacerla. Puse unas condiciones durísimas a los productores y pensé: `Imposible que las acepten`. No quería estrellas, quería rodar en todas las lenguas originales y en cinemascope, no quería rodar en Marruecos sino en Líbano, y el guión lo escribía yo. Me dijeron `sí` a todo. Hoy en día, en Europa, es imposible tener ese nivel de libertad para una película de 13 millones de euros. Carlos es una anomalía en el cine".Dos de las estrellas que no...

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