El hombre de madera

Hugo FontanaUN PERSONAJE llamado John Coetzee (el Premio Nobel de Literatura), nacido en 1940 en Sudáfrica, ha muerto en fecha anterior a la segunda mitad de 2007. Un ignoto biógrafo inglés de nombre Vincent quiere escribir sobre el autor de La edad de hierro, Desgracia, Vida y época de Michael K. Para ello recoge el testimonio de cinco personas a quienes entrevista en países tan distantes como Brasil, Inglaterra, Francia, Canadá y Sudáfrica. Se acota a la década del `70, cuando Coetzee recién había cumplido 30 años y había regresado a Ciudad del Cabo a cuidar a su padre enfermo, tras haber vivido en Londres y en Estados Unidos. Era joven entonces y estaba a punto de publicar su primer libro, Tierras de poniente (1974), mientras se debatía entre la posibilidad de ser escritor o de ser nada. Era flaco, tenía una barba desprolija, una destartalada camioneta Datsun que intentaba reparar con poco éxito, y una extraña nostalgia de hombre ya viejo y sin futuro. Todo esto sucede en la novela Verano, que cierra la trilogía iniciada en Infancia (1988) y continuada en Juventud (2002).Los entrevistados tienen opiniones categóricas y poco se diferencian unas de otras. Se trata de Julia, una mujer que a los 26 años tuvo un romance con él; de su prima Margot, quien jamás abandonó la capital sudafricana; de una bailarina brasilera que allí residió brevemente; y de Martín y Sophie, dos profesores que dictaron cursos en épocas en que Coetzee accedió a un cargo docente en la Universidad de Ciudad del Cabo. Todos vieron en aquel individuo gris y solitario a un hombre sin atributos. Julia lo visitó en cierta oportunidad en la casa paterna, y no encontró sino un lugar invadido por "un olor desagradable a sudor masculino y toallas húmedas". Margot lo recuerda en una Navidad en la antigua casa familiar, y solo puede ver a un hombre que "desea estar en otra parte... Es un Coetzee, y los Coetzee no tienen planes, no tienen ambiciones, solo tienen vanos anhelos". Él compartió con ella las dificultades de pertenecer a una misma tierra y a un mismo idioma - el afrikáner- que nunca abandona su carácter usurpador: eso lo une y lo separa de una mujer que desde siempre ha estado condenada a una geografía y a un lenguaje, como todas las mujeres en su obra.Un conservador cultural. Adriana Teixeira lo conoció cuando él daba lecciones de inglés a una de sus dos hijas. "Es un hombre débil", dirá. "Un hombre débil es peor que un mal hombre. Un hombre débil no sabe dónde detenerse." Coetzee se...

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