¡¿Ignorar a la persona?!

Consultado sobre el asesinato del comerciante que llevaba un millón de pesos para depositar en un Banco del Géant, el Subsecretario del Interior recomendó “manejar escaso dinero” e instrumentar personalmente “medidas de seguridad”. Agregó que “no hay que crear alarmismo” sobre los homicidios en rapiñas del corriente año, pues son “mucho más preocupantes las muertes por ajustes de cuentas y violencia intrafamiliar, en accidentes de tránsito y por enfermedades tumorales”. Y remató: “Si usted no es un delincuente que integra el crimen organizado ni tiene problemas familiares, tiene pocas posibilidades de ser asesinado”.Ni una mueca de dolor ante el crimen. Ni un gesto de amor hacia los dolientes. Apenas un cálculo de probabilidades aventurado a la marchanta, en sustitución de su deber constitucional de garantizarle la vida a todos y cada uno de los ciudadanos.Semejantes declaraciones fueron de nivel ministerial. Las emitió un pariente de sangre de un ex Presidente que lo tuvo de mano derecha y que ahora anda a los pujos, intentando volver. Por eso importan. Y también porque su contenido no indica falla de expresión ni timidez microfónica.Lo que queda a la vista es otra cosa: una actitud de base que ignora o acalla las verdades del sentimiento. Es una doctrina que relega y menosprecia lo individual, desvalorizándolo por romántico y subjetivo. Separa los hechos de la conciencia, la cual se reduce a contabilizarlossocialmente sin valorar los dolores y sin condenar los crímenes. Eso deja un hueco, pero se lo disimula por la anestesia que provoca la cuantofrenia, una desviación que consiste en colocar números sobre las apariencias medibles y, al mismo tiempo, silenciar u olvidar todo lo que importa moral o espiritualmente. Contra ese mal nos alertó Sorokin, cuando...

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