Imposible inclusión

El ejemplo siempre a mano es el espíritu del acto del Obelisco de 1983. Un Uruguay sin excluidos y todos juntos contra la dictadura: el río de libertad y la quintaescencia democrática nacional. Pero lo que se olvida, es que duró lo que un lirio: en 1984, el idilio se transformó en un pacto que dejó sobrevolando la impunidad a los militares, elecciones con proscriptos y a Wilson preso. > > Otro ejemplo, bien importante institucionalmente: el acuerdo consensuado en el Parlamento para reformar la Constitución, terminó con la renuncia de Seregni en febrero de 1996 y con el Frente Amplio (FA) votando en contra en enero de 1997.> > La dimensión que los líricos del consenso relativizan demasiado es la del conflicto, el enfrentamiento de posiciones, el desacuerdo. Hace varias décadas que, en lo local, Carlos Pareja reflexionó sobre las coaliciones incluyentes y las excluyentes; y más décadas hace también que, en lo teórico, de Lenin a Carl Schmitt el tema de lo agonístico en política es central. Pero más allá de teorías, hay que decir lo obvio: no es posible lograr un consenso o una política amplia de inclusión si uno de los involucrados ni busca, ni desea, ni ansía, ni le interesa semejante objetivo. > > Hoy el FA es ese actor relevante que no quiere esa inclusión. Sobran los ejemplos, pero vale mencionar algunos para aquellos que, habiéndolos visto, siguen sin creer: no aceptó los resultados del balotaje inmediatamente; promovió caceroleos y paros en plena pandemia; nunca dio un tiempo de tregua para evaluar las políticas del Ejecutivo contra el COVID-19; no votó leyes elementales y...

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