Impuesto a los pobres

Ha reaparecido la inflación. Luego de medio siglo de moneda nacional debilitada, en 1998, sacrificadamente , se logró retornar a una inflación de un dígito. Fue un doble logro: por su valor en sí mismo y porque se alcanzó gradualmente, con administración y administración, sin los shocks que más de un ortodoxo reclamaba y que ,como bien se sabe, curan la enfermedad pero a costa de alguna amputación.

Desde entonces, el país vivió un clima de estabilidad. Incluso la infernal crisis de 2001-2001 lo alteró circunstancialmente, pero se volvió a la normalidad rápidamente y el primer gobierno frentista encontró la situación controlada.

Así se llegó a este gobierno en que la inflación ha estado siempre por encima del rango propuesto por el Banco Central, oscilando entre el 8.6% en 2011, 7.48% en 2012 y 8.52% el año pasado.

No se trata entonces, simplistamente, de que las lluvias de este año encarecieron las frutas y verduras. Es una inflación que se fue construyendo paso a paso con factores que no son ningún misterio: exceso de gasto público y desajuste de salarios con productividad. > Las teorías económicas sobre inflación son muchas, pero los porfiados hechos nos dicen, una y otras vez, que el flagelo no se mantiene bajo control con acuerdos artificiales de precios ni con otros cosméticos, de efecto pasajero, como los que hoy se proponen libremente.

El tema es no aumentar los déficit, porque éstos se solventan con más plata en la calle y ello, desde el Imperio de Diocleciano hasta hoy, ha dado el mismo resultado : aumento en los precios. En los últimos tiempos, con un dólar bajo y sin expectativas de suba, los pesos salían al mercado y no se iban rápidamente al dólar por esa presunción positiva, pero no bien ella cambió –al subir el dólar en los vecinos y algo aquí- los pesos salieron a la circulación, para comprar moneda extranjera .

En el horizonte nacional ha retornado así el peor de los impuestos a los pobres, el que desata una carrera entre salarios y precios en que éstos terminan siempre ganando. Eso el Uruguay lo aprendió con sangre. Y es bueno que el gobierno asuma que solo con señales claras, muy claras, se recobrará la confianza en la moneda nacional.

> Días pasados, el economista Isaac Alfie, en un interesante artículo publicado enEl País demostró de qué modo el BPS está desandando el camino que la reforma de 1995 abrió, cuando salvó al sistema y al país mismo de un desastre análogo a los que varios países de Europa han vivido...

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