El inquilino más antiguo del Yacht Club

En 1980, Orosmán Píngaro se mudó a un barco que él mismo construyó y amarró en el puerto del Buceo. Luego se fue a vivir a otro que también construyó. Desde entonces vive a pocos centrímetros del agua, con todo lo que necesita un lobo de mar.El sonido de la ciudad casi no llega hasta su dormitorio; solo algún estruendo lejano como las sirenas de una ambulancia o un patrullero, dice Orosmán Píngaro (84) sentado en la popa de la embarcación que él mismo construyó y que lleva el enigmático nombre "MM".Orosmán es el más antiguo y resistente de los cuatro "inquilinos" que viven en barcos en el puerto del Buceo."Los días y las noches son parecidos, la rambla está como a 300 metros y no llega el ruido urbano", comenta y agrega que "el barullo mayor" es por el viento "que silba, a veces muy fuerte" o la lluvia cuando llega al puerto.En su barco hay claraboyas (con vidrios de colores), por lo que escucha el goteo de la lluvia enseguida que comienza.Píngaro estudió arquitectura y aunque no terminó la carrera la construcción le apasiona, y esa afición la enfocó en los barcos. Terminar el primero de ellos le llevó unos cinco años. Navegó con él, relata, y lo vendió poco después de haber terminado de armar el segundo.Este barco donde vive no está hecho para navegar. Su fachada tiene cierto parecido con la de una casa y es diferente a las embarcaciones que lo rodean. La puerta tiene paneles con vidrios de colores.Píngaro trabajó en diferentes actividades. Fue funcionario del Palacio Legislativo. Pero su amor por el mar y los deportes acuáticos lo impulsaba a viajar y recorrer lugares "navegando con ese ruido del agua"."He viajado y allí donde voy siempre me meto en el agua, aun en medio del campo; no mepregunte cómo, pero camino y encuentro agua", asegura.Píngaro dice que hay una "tradición marítima" en Uruguay con matices en diferentes lugares, cuando se le pregunta si hay más o menos cultura de mar que en otros países que visitó. Agrega que mucha de esa gente fanática del mar y a la que él estaba vinculada, murió."Yo voy subsistiendo de alguna manera, pero de los que estaban en este muelle se han muertos todos", dice con una sonrisa algo triste.Actualmente, en el puerto del Buceo hay cuatro personas viviendo en barcos: una mujer, un francés y dos uruguayos (uno de estos reside en el exterior varios meses del año).Además de las decenas de personas que tienen barcos amarrados en el puerto del Buceo, al lugar llega "gente de todas partes del mundo y continuamente, aunque...

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