Intriga, rebelión y muerte

El 6 de julio de 1483 la Abadía de Westminster estaba abarrotada. Ricardo, duque de Gloucester, ahora Ricardo III, era coronado junto a su esposa Anne Neville. La entronización conjunta era un gesto significativo, una muestra de amor del nuevo rey hacia su esposa. Habían pasado juntos buena parte de su infancia, quizás se amaran desde aquellos tempranos días; se habían casado, en una fecha desconocida, hacia 1472 y tenían un único hijo de once años. No es menos cierto que Ricardo y sus hermanos --Eduardo IV y Jorge de Clarence habían matado al padre y al esposo de la nueva reina: el Conde Warwick y Eduardo de Westminster. Anne sabia que, al fin y al cabo, eran las reglas del juego.A la cabeza del séquito de la nueva reina caminaba Margaret Beaufort, esposa del poderoso Lord Thomas Stanley y poseedora ella misma de una enorme fortuna. Margaret –Lancasteriana-- se colocó deliberadamente en el corazón de la enemiga corte York para seguir adelante con el único objetivo de su vida: lograr que Enrique Tudor, su único hijo, exiliado en Francia, se convirtiera en rey de Inglaterra. Su obstinación llevaba ya 27 años, desde el día que lo había parido, a sus 13 años. Aunque cada vez eran menos los que se interponían en la línea sucesoria, su perseguido sueño parecía aún muy lejano. A pocos pasos, en el mismo edificio de la abadía estaba recluida la tercera mujer de esta historia: Isabel Woodville la Reina viuda de Eduardo IV.> Desde 1471, derrotados los Lancaster, sin enemigos a la vista, los tres hermanos York y sus esposas se habían dedicado a destruirse mutuamente.La reina Isabel odiaba a su cuñado Jorge, cómplice del Conde de Warwick en los asesinatos su padre y su hermano en 1469. En 1478, aquel eterno conspirador reflotó el viejo rumor de que el casamiento real no sólo era el producto de las artes hechiceras de Isabel y su madre, sino que era nulo a causa de un anterior contrato matrimonial que ligaba a Eduardo IV. Consecuentemente sus hijos serían ilegítimos y sin derecho sucesorios. La reina persuadió al rey; Clarence fue arrestado y, según la leyenda, ahogado en un barril de vino.Shakespeare recoge la versión aunque, por un lado, hace responsable a Ricardo de la intriga contra su hermano, pero también pone en su boca que la culpable era la reina. Ambas cosas pudieran se ciertas, sin excluir que Eduardo se cansara de las contumaces traiciones de su hermano. Desde su boda Anne y Ricardo se dejaron ver poco por la corte y pasaron la mayor parte del tiempo en su...

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