La izquierda y la democracia

Cuando era oposición el Frente Amplio solía denunciar casos de "clientelismo", "amiguismo" o de funcionarios "puestos a dedo" por los partidos tradicionales. Una de sus grandes promesas de campaña fue el anuncio de la puesta en marcha de un sistema de rigurosa selección de personal basado en los méritos. Ese era uno de los pilares sobre los que se asentaría la reforma del Estado propuesta y nunca concretada por la izquierda. Ahora se sabe que los presuntos reformistas en más de una década de gobierno aumentaron con 60.000 funcionarios algunos hablan de más de 70.000 las filas de la burocracia estatal.

A esos nuevos funcionarios deben sumarse las decenas de miles que los gobiernos de Tabaré Vázquez y José Mujica debieron nombrar para reponer las bajas por jubilación y otras razones. Lo cierto es que una vez obtenido el mando las puertas de las oficinas públicas se abrieron generosamente para dar cabida a militantes frentistas y otros compañeros de ruta.

Para empezar, hubo emblemáticos casos de nepotismo como el protagonizado por Tabaré Vázquez al nombrar a su hermano primero prosecretario de la Presidencia y después subsecretario del Interior, cargo este último que conserva hasta la fecha. Señalemos de paso que por más que se diga que este caso no infringe las normas por cuanto su superior sería el ministro del Interior, está claro que el nepotismo se configura cuando, como acaba de ocurrir, Jorge Vázquez actúa como ministro en ausencia del titular de la cartera. Es decir, bajo las órdenes directas de su propio hermano.

Más allá de este episodio hubo una chorrera de designaciones que estuvieron lejos de pasar por el tan pregonado tamiz del concurso y del examen. Por la vía de los cargos de confianza, pases en comisión y contratación de asesores, la planilla de empleados públicos se incrementó a un ritmo parejo. Más allá de la cobertura de las bajas normales en la administración que fueron llenadas por millares en estos doce años, Vázquez y Mujica incorporaron además a unas 25.000 personas en sus respectivos períodos. Si bien resta por ver qué ha pasado en este tercer gobierno frentista en materia de aumento de personal, es seguro que la legión burocrática no disminuyó.

En un país en donde según el último censo la población no aumenta y adonde arribaron hace tiempo las modernas tecnologías de la información que simplificaron la función pública, tan desmesurado crecimiento carece de otra justificación que no sean las viejas...

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