La izquierda prueba su propia medicina

A los frentistas no les hace ninguna gracia que blancos y colorados usen mecanismos de democracia directa como los plebiscitos y referéndum. Se acostumbraron tanto a usarlos cuando eran oposición que se creen sus dueños. Hasta una senadora del Mpp, Constanza Moreira, apeló a su condición de politóloga para sentenciar tiempo atrás que “los partidos tradicionales en la oposición nunca tendrán la capacidad de movilizar a la población para enfrentar al gobierno por la vía plebiscitaria”. Le erró feo.Para horror de Moreira el plebiscito de rebaja de la edad de imputabilidad de los menores no sólo reclutó las firmas necesarias sino que las encuestas indican que tiene chance de aprobarse en 2014 en el día fijado para las elecciones nacionales. Ahora, para alimentar las pesadillas de la senadora, el referéndum contra la ley del aborto también recogió las firmas necesarias para que el próximo 23 de junio la gente decida si habrá o no un veredicto popular sobre el asunto.Al igual que Moreira a la izquierda en general esto no le gusta. Usaron y abusaron de las consultas populares para llegar al poder, pero no porque creyeran demasiado en las virtudes de la democracia directa. Prueba de ello es que cuando se les vino en gana anularon la ley de caducidad ignorando dos plebiscitos que la respaldaron. Lo mismo sucedió con sus líderes que caracolearon sobre sus convicciones en la materia como es el caso de Tabaré Vázquez.Cuando hay que respetar un plebiscito hay que respetarlo siempre y en toda instancia, pontificó Vázquez hace diez años cuando el gobierno de Batlle proyectó una ley para desregular las empresas públicas. Según él, unaexpresión muy clara en el plebiscito de 1994 en defensa de las empresas públicas impedía replantear el tema. Empero, el ex...