El extraño Jerjes se lanza sobre Atenas

La carrera cinematográfica de Rodrigo Santoro está apuntalada por momentos marcantes desde "Bicho de sete cabeças" (2001), de Laís Bodanzky, su película de debut, que le dio cantidad de premios y visibilidad para trabajar en el exterior.

Pero el actor petropolitano de 38 años confiesa que el divisor de las aguas de su trayectoria es 300 (2006), el épico de inspiración pop dirigido por Zack Snyder sobre la tentativa de conquista de Grecia por los persas, en 480 a.C., y en el cual interpretaba a Jerjes, rey de apariencia exótica, con tres metros de altura y voz de trueno.

"Después de 300, hice los films sobre el Che Guevara, de Steven Soderbergh, en los cuales compartí escena con Benicio del Toro, y Cinturón rojo, de David Mamet, el mismo año. Pensé para mí: `algo diferente está sucediendo. Terminé de trabajar con artistas por los cuales siento gran admiración. Creo que esa aventura de hacer cine en el exterior se está poniendo más interesante`. Hasta entonces, no había mirado hacia eso con más seriedad", dice Santoro, que retoma el papel de Jerjes, el semidiós persa, en 300: el nacimiento de un imperio, dirigido por el israelí Noam Murro, secuela del éxito protagonizado por Gerard Butler.

Adaptación de la novela gráfica homónima de Frank Miller, 300 consumió cerca de 65 millones de dólares para recrear la batalla entre Jerjes y las tropas griegas, formada por guerreros de Esparta. La producción, que abusaba de programas de computadora para reproducir la textura de las historietas, facturó US$ 456 millones y abrió la posibilidad para una secuela. El proyecto quedó a la espera de que Miller cumpliera la promesa de escribir un nuevo capítulo para la saga griega, que se concentraría en el personaje Jerjes, hasta ahora no terminada. Impacientes, los estudios Warner Brothers, poseedores de los derechos de adaptación de la historieta, encomendaron un guión inspirado en los personajes creados por el historietista, que va más allá de los dominios del todopoderoso rey persa de apariencia andrógina.

Con la anticipación de los planes de Warner, Santoro perdió la chance de ser el protagonista del nuevo capítulo, pero no pensó dos veces en aceptar la oferta de volver al personaje que le dio visibilidad en el mundo entero. Ni aún el recuerdo del penoso proceso de caracterización, que incluyó raparse todos los pelos del cuerpo, aplicación de maquillaje y de piercings que le insumía, en el primer film, cerca de seis horas, le abatió el ánimo. Estaba también...

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