Con Lauren Bacall se fue una leyenda de la pantalla

"Si me necesitas silba. Sabes cómo se hace, ¿verdad? Uno junta los labios y sopla". La frase se la decía Lauren Bacall a Humphrey Bogart en "Tener o no tener" de Howard Hawks, el film que los reunió y que la lanzó al estrellato.El mundo del cine no había terminado de despedir a Robin Williams cuando se enteró de la muerte de Bacall, ocurrida el pasado martes a consecuencia de un accidente cardiovascular. Mientras se preparaban los funerales no se ha permitido a nadie acercarse al legendario edificio Dakota de Nueva York, donde vivía y donde murió (pero alguien se las arregló para colocar un ramo de rosas rojas en la verja del patio de atrás, burlando la vigilancia de tres atentos porteros).Varios cables se han encargado de informar que se fue "la última leyenda de Hollywood" (en realidad quedan vivas tres o cuatro: Olivia de Havilland, Kirk Douglas, Maureen O`Hara, Luise Rainer), y que había muerto "la viuda de Humphrey Bogart", omitiendo el segundo matrimonio de Bacall, entre 1961 y 1969, con el excelente Jason Robards (quien dicho sea de paso, se parecía extrañamente a Bogey: diríase que Lauren fue siempre fiel a un determinado tipo de hombre).Es cierto que entró en el cine por la puerta grande, del brazo de Bogey. Tenía 19 años cuando Slim, la esposa de entonces del director Howard Hawks, llamó la atención de su marido hacia ella, que antes había hecho teatro y que se convirtió de la noche a la mañana en la protagonista femenina de Tener o no tener (1944), una suerte de "ersatz" hawksiano de Casablanca inspirada en la novela homónima de Ernest Hemingway. Allí se encontró con Bogart, de 44 años, y saltaron chispas.Había nacido en Nueva York el 16 de septiembre de 1924, hija de un matrimonio de inmigrantes judíos. El padre estaba emparentado con alguien famoso: el expresidente de Israel Shimon Peres, de quien Lauren afirmó ser "prima hermana" (incidentalmente, durante el rodaje de Tener o no tener debió soportar abundantes chistes sobre judíos del notorio antisemita Hawks, quien nunca llegó a darse cuenta de que tenía a una judía delante de las narices; ella se calló la boca, claro).Tener o no tener fue un precoz ejemplo de madurez estelar: la mezcla de sensualidad y seguridad para plantarse ante la cámara que Lauren mostró allí nunca la abandonó. En los años cuarenta se convirtió en una de las reales musas del cine negro, género que conoció entonces una culminación y que practicó bajo las órdenes de Hawks (Al borde del abismo, 1946, sobre la novela El...

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