Lecciones de una crisis perfecta

El reciente rescate bancario en Irlanda tiene todos los componentes de una crisis financiera perfecta. Sus orígenes corresponden a los excesos de una burbuja inmobiliaria alimentada por una expansión de crédito desmedida por parte de un sistema bancario mal regulado. Desde esa plataforma operativa que permitía prestar evaluando mal los riesgos, fue creciendo de manera desproporcionada un sistema bancario que decía cubrir la demanda insatisfecha de vivienda. Todo el mundo, de alguna manera, tuvo su hipoteca. De ahí a la fase especulativa, medió solo un paso. El episodio siguiente fue el debilitamiento de los balances de las instituciones más expuestas, seguido del clásico retiro de depósitos lo que fue secando la liquidez del sistema. El problema radicado inicialmente en pocas instituciones se fue esparciendo hacia el resto, lo que montó el escenario de una crisis que abarcó todo el sistema.Preocupado el gobierno ante una situación que iba en bajada, salió el año pasado, primero a respaldar la liquidez y luego la solvencia del sistema con el hombro fiscal a través de garantías. Entre los beneficiados estaban los acreedores que habían aportado fondos al sistema a través de la compra de bonos emitidos por los bancos. Todo ello sin ir a resolver la raíz del problema, cuya cura para estos casos implica reconocer la pérdida, cerrar las instituciones insolventes y buscar la mejor alternativa para repartir la pérdida entre los diferentes sectores involucrados, incluyendo los ahorristas y los bonistas.La dinámica que muestra este tipo de hechos continuó en forma inexorable: la crisis bancaria devino en una crisis fiscal que mutó rápidamente en una crisis de endeudamiento. Es así que un fisco prácticamente equilibrado, al incluir los costos del bail-out bancario en marcha llegó a un déficit absurdo de 36% del PIB. El endeudamiento público siguió una tendencia similar y, como era de esperar, sobrevino el desplome del valor de los bonos irlandeses con la contrapartida natural de un aumento significativo del costo del nuevo endeudamiento. En estos momentos, rozando el 9%, es decir más del doble del costo de financiamiento que tienen los países considerados libres de riesgo (Alemania).Crisis de esta envergadura tienen, en la mayoría de los casos, su contrapartida en la erosión de la credibilidad de su cuerpo político, en particular de quien está timoneando la situación. Ello se alimenta de la actitud de rechazar la gravedad de un diagnóstico negativo serio. El resultado...

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