Lecciones ecuatorianas

En tiempos de primacía de las redes sociales, no deja de ser paradójico que el epicentro del terremoto de inseguridad que sacudió a Ecuador ocurriera durante un programa de noticias en un canal de TV. Fue una muestra tangible, en vivo y en directo, de una crisis multicausal que se comenzó a gestar desde hace años de la cual, si existe una salida, no se vislumbra con claridad. Una crisis hecha a medida de América Latina.Tampoco deja de ser contradictorio, y un certero reflejo de nuestra región, que un país quede a merced de lo que sucede en las cárceles. Lugar donde las autoridades quedan inoperantes, donde el Estado termina fungiendo de consultora de RR. HH.: reúne a los presos para que las bandas recluten, entrenen y trabajen. El crimen organizado y el Estado desordenado.Hasta hace no mucho los ecuatorianos consideraban a su país una isla de seguridad, en medio de dos vecinos como Colombia y Perú, los dos mayores productores de cocaína del mundo. La paz es olvido. Ecuador cerró 2023 con la mayor cantidad de asesinatos de la historia, casi uno por hora, y una de las tasas más altas de América Latina. Hace cuatro años ostentaban las tasas más bajas.En buena medida, los ecuatorianos son víctimas del aumento de la demanda mundial de cocaína, en particular, en Estados Unidos y en Europa, y de los crecientes téntaculos del crimen transnacional. Hay quienes unen el inicio de la crisis de seguridad con la decisión del presidente Rafael Correa de expulsar en 2009 a los militares de Estados Unidos que operaban contra el tráfico de drogas desde una base aérea en Manta, el segundo puerto por detrás de Guayaquil, dos rutas claves para el envío de drogas. Ecuador se convirtió en el hub menos deseado: de país de tránsito de drogas vecinas a centro de negocios del crimen organizado.La principal ruta de tráfico de cocaína hoy es Guayaquil-Amberes. La Policía belga ha incautado cantidades récord de cocaína procedente de América Latina en los últimos años. El puerto es el segundo más grande de Europa después de Rotterdam. En Países Bajos, conocido por su política no punitivista del consumo, la situación tampoco es muy auspiciosa. A comienzos de año, la alcaldesa de Ámsterdam dijo que el país "corre peligro de convertirse en un narcoestado" y abogó "por el reconocimiento internacional de que la guerra contra las drogas es contraproducente". La guerra contra las drogas es un concepto nebuloso. Es un conflicto donde gana el que trafica y pierde el resto.A...

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