Últimos minutos de un film

Como sucede a veces con la última página de una novela o con los compases finales de una sinfonía, la última escena de una película puede quedar grabada en la memoria del espectador más que todo el resto de su desarrollo, quizá porque es el instante en que el público emerge del terreno de la imaginación y debe aterrizar en la realidad, como sucede en ocasiones con el último sueño que se ha tenido durante la noche.Pero si ese broche de una película contiene imágenes admirables, su persistencia en el recuerdo se redobla hasta convertirse en un momento imborrable.Sucede pocas veces, aunque en esos casos el efecto constituye uno de esos portentos de perduración gracias a la magia que puede tener el arte visual.Hace unos meses, el silencio absoluto con que se cerraba Amour de Michael Haneke, era el fúnebre reverso del estruendo con que se abría el film, imponiendo una nota de desolación que será difícil olvidar. Más atrás, del fondo de la memoria, se rescatan otras cumbres de expresividad y de pesar, como el final de Umberto D. de Vittorio de Sica, donde el anciano protagonista renunciaba a su plan suicida para no abandonar al perrito que saltaba entre sus piernas a medida que ambos se alejaban de la cámara. Los años 50 fueron un período en que el cine de calidad estaba mucho más poblado por maestros que hoy, entre los cuales Ingmar Bergman ponía punto final a Cuando huye el día mientras el viejo Victor Sjöstrom apoyaba su cabeza en la almohada con un suspiro al recordar finalmente el...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR