La lucha de clases

La polémica sobre la ley penal empresarial marcó a fuego la agenda pública la semana que pasó. Y la nueva victoria del sector más a la "izquierda" del gobierno, y de su estamento sindical aliado, se presta para lecturas que alcanzan desde el funcionamiento de las instituciones democráticas, hasta los equilibrios internos en el oficialismo.El enfoque más árido, pero el que más se escuchó en estos días, es el estrictamente legal. O sea, si la ley, que castiga con entre tres y 24 meses de prisión a los empleadores que "pongan en peligro grave y concreto la vida, la salud o la integridad física del trabajador", es o no constitucional. Los únicos entendidos que defendieron la norma han sido algún laboralista (cátedra con fuerte tendencia pro-trabajador) y el exsenador Korzeniak. Por otro lado, el constitucionalista Martín Risso cuyas opiniones suelen ser de las más ecuánimes en estos temas, ha dicho que la ley choca con principios básicos de la Carta.Tal vez el punto más discutible sea cuándo y quién podrá reclamar ante la Suprema Corte, ya que se exige para ello un "interés personal, legítimo y directo", por lo que habría que esperar que se materialice alguna denuncia concreta. En momentos de tensión entre el gobierno y la Justicia, es probable que la Corte sea muy exigente antes de meterse a estudiar un tema que le puede dar dolores de cabeza. Pero desde el punto de vista político y hasta de convivencia social, este debate tuvo aspectos más sugerentes que el simple lado legal. Por un lado en la interna del oficialismo, donde sectores como la Vertiente Artiguista, el Frente Líber Seregni, y figuras como el senador Nin Novoa, jugaron fuerte para que la ley tuviera cambios que la hicieran más mesurada. Incluso Tabaré Vázquez dejó por un momento su postura episcopal de campaña y llamó a no tomar decisiones que significaran "un paso adelante y tres para atrás". Pero perdieron como en la guerra, ante el acuerdo de comunistas y MPP, que les impusieron el mazazo de la disciplina partidaria.Esto resulta significativo ya que es un nuevo desafío exitoso a la autoridad del candidato favorito a ser el nuevo presidente, que vuelve a poner sombras acerca del liderazgo que el mismo pueda tener en la interna de su partido. ¿Sería un eventual gobierno de Vázquez uno más débil y condicionado por el peso estructural de comunistas y tupamaros? ¿O en caso de llegar al poder, gobernará como le plazca? Un dato...

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