Malvinas, 35 años de una guerra latente

Aquella mañana Estanislao Valdés Otero despertó con una llamada. Del otro lado del tubo estaba la voz del dictador Gregorio Álvarez, quien le comunicó: "Canciller, en la radio están diciendo que Argentina acaba de invadir las Malvinas". Apenas pasaban las siete de la mañana del 2 de abril de 1982 y era el comienzo de una larga jornada.

Valdés Otero le pidió a Álvarez que evitara la palabra "invasión" y enseguida ordenó una reunión en Cancillería para adoptar una postura oficial. Sobre las 10 de la mañana, el canciller declaró que Uruguay manifestaba "su apego al derecho internacional", en un intento por ser políticamente correcto, y recordó que "había respaldado desde años atrás el derecho de soberanía de la República Argentina sobre las Islas Malvinas".

Cuando Uruguay emitió este anuncio, del que no hay registro salvo en un blog de Valdés, aún faltaban unas horas para que Leopoldo Fortunato Galtieri, el presidente de facto de Argentina, anunciara desde el balcón de la Casa Rosada el inicio formal de la guerra que los enfrentaría con los británicos durante 73 días.

La postura uruguaya fue similar a la adoptada por otros 16 países de la OEA, casi un mes después, cuando se pidió la activación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca un acuerdo de que "si tocan a uno, tocan a todos". Distinta fue la actitud de Estados Unidos, Trinidad y Tobago, Colombia y Chile, que se abstuvieron en la votación. El gobierno de Augusto Pinochet incluso apoyó las operaciones militares de los británicos, dice el politólogo Romeo Pérez Antón.

Después de 35 años, más de un tercio de los uruguayos (36%) sigue defendiendo el derecho territorial de Argentina sobre ese archipiélago compuesto por dos grandes islas y otras 750 más pequeñas. Solo el 7% considera que Gran Bretaña es dueña en forma legítima y la mayoría (38%) se inclina por que decidan los propios lugareños. Los datos surgen de una encuesta realizada en diciembre por la consultora Factum a encargo del gobierno de las Islas Falkland (nombre inglés de las islas).

El derecho de autodeterminación de los isleños es uno de los argumentos que más ha resaltado el gobierno británico, sobre todo luego de que en el referéndum de 2013 el 99,8% se pronunciara a favor de mantener su estatus político actual: un territorio británico de ultramar, con un parlamento propio de ocho miembros.

Con algunos matices, la visión oficial de Uruguay se ha mantenido incambiada. Hace 35 años los partidos políticos estaban en la ilegalidad, pero los triunviratos colorados y nacionalistas "no veían mal la actitud del gobierno", dice Pérez Antón. El propio José Germán Araújo, referente de parte del Frente Amplio, tampoco criticó a las autoridades nacionales y, por el contrario, fue un acérrimo defensor de la causa argentina. Desde el exilio, el senador Wilson Ferreira Aldunate inclinó la balanza por Argentina, aunque fue muy duro con la política de la dictadura de Galtieri al advertir que se estaba enviando a la guerra a jóvenes indefensos.

Pero la empatía con los argentinos hizo que al menos un centenar de uruguayos quisiera enrolarse voluntariamente para defender el interés del país vecino, incluyendo al exministro Luis Rosadilla y al exintendente de Colonia, Walter Zimmer. El primero en haberse presentado en la sede fue el periodista Heraclio Labandera, quien por entonces era estudiante de Medicina. Las...

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