México, hora cero

Ricardo Anaya, candidato de la insólita alianza entre el centroizquierdista PRD y el centroderechista PAN, no logró expresar esa decisión de giro copernicano. Menos aún lo consiguió el priísta Antonio Meade. La necesidad de un cambio profundo puso a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en el centro del escenario donde converge la mirada de un México que busca, con desesperación, salir de su laberinto.

De ocurrir este domingo lo que vaticinan las encuestas, el país podría ingresar a una cuarta etapa de su historia moderna. Primero estuvieron las violentas décadas que sobrevinieron a la caída de Porfirio Díaz. La Revolución había desembocado en una interminable guerra entre caudillos.

La segunda etapa comenzó cuando el general Lázaro Cárdenas y Plutarco Elías Calles crearon el partido que construyó liderazgo hegemónico y estabilizó el país. Las siete décadas del PRI implicaron un populismo estatista, con rasgos autoritarios, pero diferentes a los demás estatismos autoritarios latinoamericanos de izquierda y derecha. El final de esa etapa comenzó con Salinas de Gortari en los 90. El inicio de la apertura que disminuyó el proteccionismo y el Estado gigante y regulador, produjo la primera escisión en el PRI: Cuauhtemoc Cárdenas se abrió de la fuerza fundada por su padre y creó un partido situado a su izquierda: el PRD.

Debilitado por la escisión, y ante la primera elección sin fraude de su historia, un mérito del presidente Ernesto Zedillo, comenzó la...

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