Miradas hacia Alemania

Quién sino Alemania podía intentar un cambio de rumbo tan arriesgado en materia energética.La gran potencia mundial y vanguardista en desarrollo científico y tecnológico puso en marcha un muy ambicioso plan de reconversión energética, que incluye lo que siempre se dijo no se podía lograr: cerrar todas las plantas nucleares del país para 2022 y cambiar casi totalmente la generación de energía a fuentes renovables para 2050.El principal argumento en contra es que las energías limpias solar, eólica, geotérmica, hidroeléctrica, etc. no cuentan con un desarrollo tecnológico y con altos rendimientos, que les permitan sustituir con éxito lo que hoy aporta el uso de combustibles fósiles y la energía nuclear. También son por ahora más costosas.Pero, las amenazas del cambio climático y de la contaminación radiactiva constituyes formidables argumentos para animarse a realizar un gran esfuerzo, que permita revertir la situación actual jerarquizando las fuentes de energías menos contaminantes y, a la vez, más seguras desde la óptica de la sociedad.Esta es la fundamentación por la cual todo el sistema político alemán en bloque decidió encarar con asombrosa valentía un desafío gigantesco, con muchísimas incertidumbres y casi ningunas certezas.Desde luego, un movimiento tan radical nunca es gratis, ni siquiera teniendo éxito. Pero se encara con el convencimiento de que, a mediano y largo plazo, evitará males mayores.Nunca antes un país industrializado se atrevió a realizar una transformación de su matriz energética de esta magnitud. El apoyo de todos los partidos político resultó clave porque de antemano se sabe que habrá ganadores y perdedores. Pero si sale bien, los beneficios para...

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