El mito de la judicialización

A raíz de las responsabilidades penales que dejó a finales de 2013 el caso Pluna, se multiplicaron las voces críticas en torno a los riesgos que comporta judicializar la política. La judicialización definiría aquí el proceso por el cual temas que son de la órbita política terminan siendo resueltos por el Poder Judicial.La conducción de los asuntos públicos debe responder a distintos tipos de responsabilidades. Las más importantes son las políticas: se trata del apoyo de la opinión pública y de la crítica ciudadana que, en una democracia representativa, tiene su canal natural de manifestación en el Parlamento. Luego, como en las demás actividades públicas, se está sujeto a responsabilidades administrativas; y finalmente, a las civiles y las penales que puedan llegar a plantearse cuando las cosas se hacen mal -como en cualquier otra actividad.En el caso Pluna no hubo judicialización de la política. Por el contrario, durante años el Parlamento cumplió una función importante a través de interpelaciones a ministros y presentaciones en régimen de comisión general para conocer la actuación del Estado. Es así que en una lógica democrática normal, el escenario político tendría que haber reaccionado de forma distinta a lo que fueron las sucesivas presentaciones del Ejecutivo acerca de todo este asunto. En concreto: habilitar comisiones investigadoras parlamentarias; y sobre todo, ante la andanada de fundadas críticas a todo el proceso privatizador con Leadgate, aceptar cambios de rumbo y de protagonistas.Lejos de permitir ese juego normal parlamentario, la izquierda se abroqueló tras su mayoría absoluta. Antes, cuando era oposición, pedía y se habilitaban comisiones investigadoras por temas mucho menores que el affaire Pluna. Antes también, por crisis mucho menores que esta, caían ministros sin necesidad de llegar a la censura parlamentaria y, por tanto, la órbita política canalizaba sus responsabilidades en su juego habitual.El problema ocurre cuando una mayoría regimentada es conducida con soberbia y desdén. Soberbia por creer que se es el dueño de la verdad desde el protagonismo del Ministerio de Economía. Desdén por la opinión del adversario, sea blanco, colorado o independiente, porque se lo descalifica a priori, ya que se lo considera...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR