Las moscas dejan de volar

Uruguay. Sábado 30 de junio de 2018, tres de la tarde. ”Cada vez que el equipo juega, sin importar el rival, el país contiene la respiración, políticos, cantantes y vendedores ambulantes están en silencio, los amantes interrumpen sus caricias, y las moscas dejan de volar”. Lo escribió Eduardo Galeano y se repite una y otra vez cuando la Celeste aparece en la cancha.

Montevideo es una ciudad fantasma, en cada departamento, un lugar desierto, casi abandonado por sus habitantes que se refugian frente al televisor detrás de una pasión, esa pasión que se replica en los jugadores, en el maestro Tabárez, y en cada uno de los que conforman la selección.

Está escrito. Uruguay tiene todo para llegar hasta el último partido, y lo va logrando, fiel a su estilo, manteniendo su identidad, sin posesión, sin toques intrascendentes, sin haber caído en ese virus barcelonista que tanto mal le ha hecho a otros. La Celeste muestra su cédula en cada partido.

Buena defensa, gran...

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