El naturalista del Plata

Hubo una vez un hombre que atravesó el mar diciendo adiós a todo y, gracias a su mirada y la consolación del lenguaje, logró restituirnos cuanto sabía sobre nosotros. Este naturalista del Plata, era un inglés. Se llamaba William Henry Hudson.Digamos, antes, que los abuelos de Hudson habían nacido en Gran Bretaña, pero que sus padres eran estadounidenses. Se casaron en Boston y hacia 1833 emigraron a la Argentina, donde se instalaron en un campo llamado "Los veinticinco ombúes", donde criaron ganado vacuno y lanar. Allí, el 4 de agosto de 1841, nació William Henry Hudson y sin sospechar que todo debería confiarlo a su industriosa memoria, se fue enamorando del paisaje que lo rodeaba y al que, por siempre, llevaría luego en la mochila del corazón, como diría Camilo José Cela.Al niño Hudson le gustaba cabalgar por el campo, perderse en él, observar. Lo atraían especialmente los pájaros y los árboles, singularmente los ombúes. Parejamente aprendió a leer y, uno por uno, disfrutó los doscientos volúmenes que componían la biblioteca de su casa.Así, puede decirse que Hudson se pasó la infancia y la adolescencia explorando el paisaje pampeano y soñando con el paisaje inglés. Esta situación habrá de revertirse a partir del año 1874, cuando se marchó hacia Gran Bretaña, después de la muerte de sus padres. Desde ese momento se dedicará a explorar el paisaje inglés, añorando ahora la pampa. Decía que más de una vez se decidió por estudiar metafísica, pero que se lo impidió la felicidad. Hermosa frase.En Londres, Hudson vivió pobremente hasta que se casó con Emily Wingrave, una mujer mayor que él, dueña de la pensión donde habitaba entonces.En 1885 publicó "La tierra purpúrea" (Banda Oriental), ambientada en Uruguay...

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