Nicolás Maduro, profesión dictador

Terminemos con los eufemismos: Nicolás Maduro no es un "presidente populista" sino un dictador, como Fidel Castro o Pinochet, pero escaso de luces. Arma cada tanto un "proceso electoral" que lo da como ganador, pero está siempre rodeado de las sombras y las denuncias de fraude, de estafa a la voluntad de los ciudadanos.

Se dirá que no hay pruebas concluyentes sobre eso, pero tampoco las hay de la transparencia que deben rodear estos pronunciamientos. Es más, creemos que el fraude es absolutamente cierto porque los organismos encargados del contralor de los actos electorales no son independientes, están integrados por gente notoriamente identificada con el régimen, que obedecen o son defenestrados.

Si se sigue actuando con el disfraz de democracia es porque hoy en día, el rótulo de "democracia" (tras la implosión de los regímenes comunistas de Europa oriental) es imprescindible como tarjeta de presentación en el mundo, en los foros internacionales y hasta en las relaciones económicas de los países. Y no hay nadie que controle el uso de esa palabra, por más que el régimen que la utilice tenga por ella el más absoluto rechazo y le provoque urticaria.

Como si fuera poco, ha incorporado otro elemento a su féretro de libertades: la cárcel para sus principales opositores por el delito de ser opositores y hablar contra su gobierno. Denunciar la corrupción y las violaciones de los derechos humanos para aquellos que piensan distinto, el autoritarismo de su gestión y el desprecio a los principios republicano-democráticos.

La justicia del régimen de Maduro está prostituida, es servil y arrastrada con el poder político. Un grupo de fantoches hace lo que se le ordena desde el Palacio de Miraflores, antigua sede del gobierno venezolano y hoy sede de la dictadura. Su último "servicio" fue la ignominiosa condena a 13 años, 9 meses, 7 días y 12 horas de prisión, al alcalde de Chacao (el principal municipio de Caracas), Leopoldo López. El "delito" fue una serie de "pronunciamientos con mensajes subliminales" que había expresado a través de Twitter, y que habrían desencadenado la protesta del 12 de febrero de 2014 que terminó en graves incidentes con muertos y heridos. Junto a López, fueron condenados (con penas menos severas) tres estudiantes Christian Holdack, Damián Martin y Ángel González detenidos tras la protesta, que denunciaron abusos físicos durante su aprehensión y en dependencias del Cuerpo de Investigaciones Penales, donde permanecieron...

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