No habrá otra épica llamada Maracanazo

Era un símbolo con un sinfín de historias, casi todas fragmentarias. Proponer una primera versión audiovisual de lo que pasó en 1950 con la consagración de Uruguay en el campeonato mundial de fútbol, no era una tarea fácil.Cuando se termina de ver Maracaná, la película de Sebastián Bednarik y Andrés Varela que El País distribuirá el próximo sábado, queda claro que aquella hazaña tuvo por lo menos dos caras duramente enfrentadas y no por la rivalidad en la cancha. Por un lado, la que se hilvanó desde la perspectiva uruguaya, triunfal, celebratoria, como la frutilla de la torta del "estado de felicidad" que aún vivía el país. La otra cara tuvo la connotación trágica de la derrota para los brasileños, convocados al estadio carioca recién hecho con la certeza de que iban a participar de un trámite que terminaría en una fiesta multitudinaria. Ni siquiera el gobernador de Rio de Janeiro escapó a semejante euforia.Si no puede ver el video haga click aquíLas cosas tampoco fueron tan simples y la película de Bednarik-Varela sabiamente lo dice con la ayuda de la excepcional conducta de Obdulio Varela, el Negro Jefe que no quiso celebrar la victoria con sándwiches y cerveza que habían comprado sus compañeros. Imaginar a ese individuo caminando entre bares de Río, a los que no había concurrido antes, con parroquianos destruidos en su credo, es un final épico y oscuro que el film rescata sin subrayados. Lo de Obdulio es de una sutileza y calidad humana que rompe con todos los parámetros triunfalistas sobre los cuales se ha montado la sociedad de nuestros días. Fue artífice del acto glorioso, pero compartió la tragedia del prójimo.Ese camino se explica en parte por el entorno que tuvo aquella selección montada a las apuradas, después que la huelga de jugadores jaqueó al despotismo de los dirigentes. En poco tiempo consiguieron un ensamble basado en la convicción de la entrega, en la capacidad de dar por encima de todas las limitaciones materiales y técnicas que se tenía. No se creyeron dioses después del triunfo y razones tenían porque después pocos de ellos consiguieron mantenerse en la estima pública y varios terminaron sus días absorbidos por el olvido y hasta la miseria.Fueron consecuentes con el espíritu que el capitán les había hecho explorar, con el gesto de alguien de escasa educación que promovió el rescate de la dignidad por encima de todas...

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