Nota editorial

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Nota editorial
Si te gusta el durazno, bancate la pelusa.
Llama la atención que la flamante coliación multicolor
acuda al mismo argumento que el Frente Amplio utilizó
durante sus 15 años de gobierno: la pesada o maldita
herencia que recibieron al tomar el poder. En los sistemas
democráticos, el Estado está separado del Gobierno (a
diferencia de los estados de tipo totalitario o autoritarios
en donde existe una identificación entre partido y sector
público). En otras palabras, el Estado trasciende a los
cambios políticos, existiendo, por lo tanto, una diferencia
entre la fuerza partidaria que toma las riendas la
Administración Pública (y por ende, comprometió recursos
públicos, directa o indirectamente) y la Administración en
sí.
Los partidos políticos no están obligados a competir para
gobernar pero en caso de que así lo deseen, si alcanzan la
victoria electoral no existe ninguna escusa aceptable: los
errores y malos manejos imputables a una gestión
determinada vinculan al Estado como un todo,
sobreviviendo a los cambios de gobierno. El duelo de
relatos entre el oficialismo y la oposición respecto al legado
que dejaron 15 años gobierno frenteamplista no puede
ocultar que las cuentas públicas no se heredan bajo
beneficio de inventario.
ISSN: 2393-7955 AÑO III / N° 26 / JULIO - AGOSTO 2020

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