«Al oficio se lo mira por arriba del hombro»

POR STELLA MARIS PUSINO PINTO | [spusino@elpais.com.uy]Nació en Montevideo hace 34 años. Estudió en el Colegio Nacional José Pedro Varela, en San Juan Bautista, la educación pública y becado en el bachillerato Odessa, Texas, Estados Unidos. Cursó la Facultad de Derecho durante dos años y, en Alemania, una tecnicatura vinculada a tecnología textil. En plena crisis de 2002, a los 22 años, empezando con una sola máquina, fundó su empresa. Reconoce que el sector está atravesando una profunda crisis pero está convencido de su viabilidad. «Conocimiento y trabajo son la fórmula para poder seguir adelante», dice, reconociendo que es vital establecer centros de estudio modernos y actualizados, que hoy no existen. Hace vuelo libre desde los 14 años. Está casado y en octubre llega Juan Manuel, su primer hijo.Cómo fueron los inicios de Textil Central?Empecé realmente solo, aunque provengo de una familia de tradición textil. Fundé Textil Central a los 22 años, en 2002, cuando caían como dominó las fábricas que todavía iban quedando. Compré la primera máquina a uno de esos colegas que decidieron retirarse y con ella arranqué, en un garaje, en San Salvador y Magallanes, en la planta baja de un edificio. Teníamos la mínima unidad productiva, aquella máquina, un planchón, una devanadora, y una máquina de coser, alquilada.¿Para fabricar qué productos?Prendas completas de tejido de punto, lo que continuamos haciendo, entonces de una manera más modesta, con materia prima más barata que la actual. El dólar costaba $ 32. Nadie importaba nada. Y si bien nosotros no teníamos ni clientes, ni materia prima, ni crédito, tampoco teníamos deudas. Eso jugó a favor. Hubo, además, gente que creyó en nosotros, la gente de Vesubio Hilados S.A, que desde entonces es nuestro principal proveedor de materia prima en plaza.Aprovechó la oportunidad...Pero porque sabíamos qué hacer con las máquinas viejas en mal estado que íbamos comprando. En 1998 había habido una especie de revolución tecnológica en la fabricación de tejidos de punto, con el debut de una serie nueva de máquinas que eran realmente muy distintas a las conocidas y si no se estaba capacitado para operarlas, era en vano adquirirlas. Hice esos cursos en una fábrica en Alemania. Eso marcó la diferencia: conocimiento y trabajo, no hay otra fórmula. Nuestro capital es eso y el compromiso con la empresa y los clientes.Fuimos conquistando luego algunos mayoristas y marcas, comprando más tecnología localmente, en distintas circunstancias...

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