El país del Nunca Jamás

Hubo un país que se ufanaba de la cultura de su gente y del democrático acceso a la educación de todos sus habitantes. Era el país en que en una misma aula podían coincidir el hijo de un ministro, de un eminente médico o, incluso, del mismísimo Presidente de la República de turno, con el de un obrero, de un funcionario de UTE o de un bancario. Y no estoy hablando únicamente de la escuela pública, laica, gratuita y obligatoria, sino también de los colegios privados (la mayoría católicos) donde también asistían los niños de la vigorosa clase media uruguaya, cuyos valores esenciales eran el trabajo y la educación; únicos instrumentos de superación personal y ascenso social. Parecería que estoy hablando de el país del Nunca Jamás, aquel que nos mostró en su novela el escritor escocés J. M. Barrie; universalmente conocida por sus dos versiones cinematográficas. Barrie describe una isla en la que viven niños perdidos liderados por Peter Pan. Niños que nunca crecen porque en el mundo en el que habitan solo existe la felicidad. Aunque también se encuentran personajes tenebrosos como el Capitán Garfio.El País ayer publicó un adelanto de los resultados de las pruebas PISA, que promueve la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Aquellas evaluaciones que, cuando se aplicaron por primera vez en nuestro país en 2009, revelaron lo que todos sabíamos o intuíamos y nos negábamos a ver: el calamitoso estado de la Enseñanza. Entonces, desde el oficialismo, se alzaron voces airadas que manifestaron que las evaluaciones con penosos resultados para sus intereses, pero más terribles para el país, eran una arremetida del imperialismo contra la ANEP. Hoy esa arremetida vuelve y nos muestra que los estudiantes de Enseñanza media, tuvieron, en 2012, el peor desempeño de los últimos cuatro años. Los jóvenes...