País Kibón

Aunque había mucha gente, todo fue amable y distendido. Militantes y votantes de cinco partidos diferentes confluyeron con sus banderas. Nadie ocultaba su identidad y nadie tuvo problemas por eso. Lejos de verse como una fuente de tensiones, esa diversidad fue vivida como parte de lo que hay para festejar. Ese clima no cambió cuando aparecieron dos personas enarbolando un cartel y banderas del Frente Amplio. El presidente electo agradeció su presencia y pidió un aplauso. Miles de personas los aplaudieron, y seguían haciéndolo mientras ambos se retiraban en paz.> > La oratoria estuvo a cargo del presidente y la vicepresidenta electos. Los dos tuvieron palabras de tolerancia y de encuentro. Nadie descalificó a los uruguayos que tienen otras preferencias políticas. Nadie intentó subirse a ningún pedestal de supuesta superioridad moral. Nadie reivindicó el monopolio de la buena fe, ni del afán de justicia, ni de la sensibilidad social. > > La fiesta se extendió durante horas. Cuando el sol caía, todavía se veía gente con sus banderas al hombro, disfrutando en paz y libertad.> > Esa madrugada, la misma zona fue escenario de otros hechos. Bandas de violentos destrozaron autos (e incendiaron uno), rompieron vidrios e invadieron numerosos edificios, aterrorizando a sus habitantes con consignas agresivas. Hubo un policía herido y varios detenidos. La buena noticia es que los violentos fueron muchísimos menos que quienes se habían manifestado en paz. La mala noticia es que no es la primera vez que ocurre.> > Lo del sábado fue una suerte de puesta en escena de la encrucijada ante la que estamos como sociedad: o conseguimos reestablecer contacto con nuestras mejores tradiciones de...

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