Los paraísos perdidos

La palabra es como el fuego en una casa, para un escritor; es una herramienta útil, a condición de cuidarla y de alimentarla. Pues bien, quien siempre ha sido muy precavido en ello, es Paul Auster. Motivo para ser uno de los mejores novelistas de nuestro tiempo.Pues bien, a este escritor que no le disgusta hablar de sí mismo, debemos el regreso de su nueva obra, “Diario de invierno” (Anagrama/Gussi). En este libro tan personal, habla mucho de sus experiencias y, una vez más, reconcilia a los buenos lectores con la mejor literatura.Como todo autor verdadero, tiene sus fuentes ocultas; pero leyendo sus primeros trabajos (que son una buena introducción a su universo literario) confirmamos la impresión de que su pan nutricio estaba en el pasado. El ayer personal ha sido, y es habitualmente, un recurso confiable que han explotado los más diversos escritores. Y Paul Auster lo hace con gran estilo.Volviendo a su libro “Diario de invierno”, digamos que en él ha decidido evocar episodios sobre las primeras señales del paso del tiempo, cuando éste, que no sabe hacer otra que pasar, se hace notar un poco más. Y bien, aquí ha dejado atrás su imaginación para y habla de las huellas de los días.Nacido el 3 de febrero de 1947, en Nueva Jersey, Paul Auster estudió en la universidad de Columbia. Luego vivió tres años en París, y, finalmente, regresó a Nueva York. Aquí ha vivido en 21 lugares. Va y viene por la ciudad, como va y viene desde ella, que es tanto su centro vital como literario. Por ello, escribe, conmovido:Las Torres están ahí: palpitando en la memoria, aún presentes como un agujero vacío en el cielo. Entre los numerosos galardones que ha recibido, cabe destacar que en 2006 le concedieron el Premio Príncipe de Asturias de...

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