¿Pascua?

De hecho, que la maravilla del mundo, su naturaleza, el cielo y sus estrellas..., en fin, todo lo que somos y todo lo que nos rodea, con su belleza, su infinita variedad y su orden, sea fruto de una casualidad espontánea, rechina al entendimiento mucho más que la existencia de un creador, a quien el hombre siempre llamó Dios, dios o divinidad.> > Santo Tomás de Aquino, en su Summa Theológica, destina muy poco espacio a las constataciones sobre la existencia de Dios, no -como algunos sostienen- porque no se sentía muy seguro de ellas, sino porque el punto es tan obvio que no requiere mayor desarrollo. Todo su esfuerzo e inspiración está en la siguiente parte: ¡¿ómo es ese obvio Dios creador?> > Ahí es donde la Pascua viene a cuento.> > La Pascua es mucho más difícil de entender y de saber (en su etimología latina), que la creación. Aunque su clave está, precisamente, en la creación. Porque la clave de la creación es el amor: ¡qué otra fuerza puede explicar la maravilla del mundo y lo insólito de nosotros mismos? ¿A quién se le pudo ocurrir crearnos? ¡Por qué? ¿Para qué?> > Que la clave de la creación sea el amor es bastante lógico, aunque a la vez insondable.> > Pero el Cristianismo nos habla de un amor todavía más enorme, más insondable, incomprensible, hasta misterioso.> > Ahí está la Pascua.> > La Pascua es el sumum del amor: dar la vida por otros.> > Pero: no es cualquiera que la da;> > - no la da por cualquier motivo;> > -no la da de cualquier manera.> > Es Dios, el creador, que da Su vida, a Su Hijo, por los-otros, nos-otros y que la da no como premio por los logros maravillosos de esos otros, o como retribución por todo lo que nos acordamos de El, si no para sacarnos del pozo en que, por las nuestras, nos clavamos.> > Y la manera elegida, libremente, es una caracterización fortísima de ese amor. No es por un acto de magia, siquiera de magnanimidad: es el ejercicio del amor a partir de sus raíces más profundas: en el dolor y en la humillación.> > La creación es una apuesta al amor. La Pascua es la redoblada de esa apuesta. La demostración de que no fue cosa de una vez, un solo acto de amor con la creación...

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