Pedro Mairal, el argentino que nos descubrió una Montevideo que no sabíamos ver

Fernán CisneroA Pedro Maira l le encanta Uruguay. "Ustedes no valoran lo que tienen", me dijo anoche en la librería Escaramuza mientras tomamos un café apurados por la inminencia de la presentación de su nuevo libro.Está vez la excusa para visitarnos es Breves amores eternos (Emecé/Planeta, 650 pesos), una colección de relatos que él prefiere no llamar "Cuentos completos", aunque de alguna manera lo sean, porque le suena a "lápida", dice y quizás tenga razón. Van a venir muchos más cuentos de donde salieron esos; Mairal todavía no cumplió los 50.Su vínculo con Uruguay quedó certificado en su novela más exitosa (en España, por ejemplo, va por su decimocuarta edición), La uruguaya , en la que un porteño se ve seducido por una mujer mágica y una Montevideo, que ni los locatarios conocemos. Quizás Mairal tenga razón: no sabemos valorar lo que tenemos.Esa relación con nuestro país se hace notar muchas veces en la hora y media de conversación con el librero y conocedor Juan Rodríguez frente a un medio centenar de sus lectores que ofició de presentación. Rodríguez lo paseó por toda su obra a la que llenó de elogios que Mairal recibió con sonrisa complacida.Cuenta, por ejemplo, que esta vez se vino en auto desde Buenos Aires a través de Fray Bentos y quedó maravillado con todo: el estado de la carretera, la belleza de los paisajes y el tamaño de un sandwich gigantesco que vendían en algún pueblo de Río Negro."Acá es todo como en otra escala", dice y brinda otro ejemplo gastronómico: los enormes media lunas rellenas orientales.Quizás eso tenga que ver con que "hay algo onírico en Montevideo", donde todo tiene "la textura de los sueños". Reconoce que su "Uruguay es un poco idealizado". Un argentino expatriado, y que nos conoce mucho, el escritor Elvio E. Gandolfo asiente con su sonrisa contagiosa.El encantamiento de Mairal con este lado del Río de la Plata es, en todo caso, mutuo: los uruguayos lo ven como un amigo que dos por tres viene a visitar. El mismo tipo de relación generan, por ejemplo, Eduardo Sachieri y Hernán Casciari.Eso quedó clarísimo en el grado de confianza e intimidad que mostraron la docena de fanáticos que fueron a cumplir con el ritual...

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