Una película entre el toque intelectual y el 'porno chic'

Los premios y los elogios precedían el estreno de esta película del franco/tunecino Kechiche: Palma de Oro en Cannes a Mejor Film y premio a sus dos actrices en ese mismo festival, premios Fipresci en Cannes y San Sebastián, Independent Spirit Award a Mejor Film Extranjero en los Estados Unidos, otro Independent en Inglaterra, varios galardones en festivales secundarios, y distinciones en varios lados a su talentosa intérprete Adèle Exarchopoulos.ynbsp;Da un poco de miedo pelearse con los distinguidos jurados y asociaciones de críticos que impartieron esos reconocimientos, pero hay que hacerlo. La vida de Adèle no es una buena película. Es lo más sobreestimado que hay en cartelera, incluso por encima de La gran belleza.Si no puede ver el video, haga click aquíEl director Kechiche y su equipo se toman tres horas para narrar el amor lésbico entre el personaje titular (Exarchopoulos) y la sugestiva joven de pelo azul encarnada por Léa Seydoux. Hay que concederles que exhiben alguna sensibilidad, sobre todo en los tramos iniciales de su film, para anotar las vacilaciones iniciales de la quinceañera Exarchopoulos, sus primeras dudas con respecto a su identidad sexual, su fallido intento de iniciar un vínculo hetero, luego su acercamiento a la chica del pelo azul. La película se las arregla, durante un rato por lo menos, para construir un arco dramático para su protagonista, y refuerza la cercanía con una cámara móvil y a menudo en mano que logra transmitir una sensación de espontaneidad. Algunas buenas pinceladas de ambiente (el entorno familiar de ambos personajes; las relaciones conflictivas con los compañeros de estudio, en alguno de los cuales no falta un toque de homofobia) enriquecen intermitentemente el resultado. Ayudan sus dos actrices, con interpretaciones convincentes y en las que no faltan matices.El problema con el film es que la palabra elipsis parece no formar parte del léxico de su director Kechiche. Su mecanismo comienza a deteriorarse a medida que se alarga, y no solamente en sus veinticinco o treinta inútiles minutos de sexo casi explícito que algunos defienden como imprescindibles para contar su historia...

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