En Peñarol la victoria calma, pero no conforma al hincha, que quiere otra cosa

DANIEL ROSAAndrés Cunha pitó el final del primer tiempo y el rugido en forma de canto bajó desde las tribunas Ámsterdam y Olímpica del Estadio Centenario: "¡Carboneeero.... un poco más de hueeevo...". El hincha de Peñarol ya no aguanta más lo que ve o, mejor dicho, lo que no ve: a un equipo que lo represente.El fanático de un equipo (mucho más en el caso de un grande) puede perdonar un mal momento, un bajón futbolístico, que se cierre el arco, que no se sumen tantos puntos como los deseados y hasta que se pierda porque el rival fue superior. Lo que no negocia jamás el fiel, el que apoya desde la tribuna, el que cuenta hasta los últimos pesitos para sacar la entrada, es la falta de compromiso.Ojo, a no sacar conclusiones apresuradas y decir que este plantel de Peñarol no se entrega, porque no parece ser ese el tema. Cachila Arias se tira a los pies del rival, quita el balón y se va hacia adelante tratando de empujar a sus compañeros; Edgar Elizalde se esfuerza al máximo para barrerse y evitar un ataque peligroso; Matías Aguirregaray trepa por la derecha y manda centros; Damián Musto corre a todo el que puede, siente un tirón e igual sigue en cancha porque no es momento de dejar a los compañeros tirados; Pachi Carrizo baja, va por el medio, se lanza por la banda izquierda, se muestra, encara y trata de ser incisivo; y...

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