Un día para pensar

Al conmemorar el 1° de mayo cada año, múltiples son las acepciones, consideraciones y reclamos que se emiten a través de los distintos medios de comunicación.Este 1º de mayo tuvo como antecedente inmediato la canonización del Papa Juan Pablo II, aquel Papa peregrino que tuvo la honestidad de luchar contra el comunismo a la vez que alertaba sobre el liberalismo sin regulación.Este hombre que por ser de enorme carisma, no sólo para los creyentes de la religión católica sino también para seguidores de otras creencias, es oportuno recordar su Carta Encíclica sobre el trabajo humano, enalteciéndolo como forma de dignificar al hombre, logrando su propio sustento y el de su familia.Las enseñanzas de la Iglesia han expresado siempre la convicción firme y profunda de que el trabajo humano no mire únicamente a la economía, sino que además, y sobre todo, vele por los valores personales, situación ésta que en definitiva redunda en provecho de todas las partes, con trabajadores respetados y justamente remunerados y empresarios con mejores resultados económicos.En la actualidad los trabajadores tienden a buscar la protección de los sindicatos, que, si bien debieran ser asociaciones con autoridades democráticamente establecidas, no siempre lo son, pero sí conforman una fuerza social que debiera tener un rol articulador entre la fuerza del trabajo y los que disponen de los medios de producción considerando las reales posibilidades del país y las empresas.En este sentido, decía la Carta Encíclica mencionada:la actividad de los sindicatos entra indudablemente en el campo de la política, entendida ésta como una prudente solicitud por el bien común. Pero al mismo tiempo, el cometido de los sindicatos no es «hacer política» en el sentido...

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