De primera necesidad

Me refiero a un propósito, una convocatoria, o por lo menos la inclusión en la lista de problemas nacionales que requerían atención, la descomposición del ámbito político, su envenenamiento por las descalificaciones recíprocas, la legitimación de la exclusión del adversario: en una palabra, la degeneración del escenario político -noble lugar de la contienda reglada de opiniones- en teatro de descalificaciones y excomuniones. > > Sobre el estrado donde se representa actualmente el accionar político han quedado dos actores preponderantes. Se trata de actores múltiples en sí mismos y complejos: la coalición de gobierno y la oposición no son monolíticos, tienen una pluralidad interna; pero juegan una partida de dos jugadores. A veces -y éste es el morbo- el juego se reduce exclusivamente a marcar diferencias entre sí.> > El Uruguay necesita jugadores (políticos) que apliquen su atención y sus energías al país y su gente y que, a la vez, adviertan la esterilidad del enfrentamiento en los términos en que éste se viene llevando a cabo. Para atacar el problema es necesario reconocerlo, admitirlo, mirarlo a la cara. No es sencillo. El país acaba de dejar atrás la gravedad de una pandemia, situación más apropiada que ninguna otra para que todo el mundo dejase de lado sus intereses particulares y se sumase sin condicionamientos al esfuerzo colectivo; pero esto no sucedió.> > Por el camino del reproche y de la búsqueda de culpables no se avanza. Para lograr avances hay que desestimar antecedentes, por voluminosos que sean. Continuamente, cada jornada. No hay más remedio. Es menester privilegiar el relato de un país, nuestro país, como una sociedad relativamente homogénea y con una vieja y sabia preferencia por manejar sus...

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