El proletariado intelectual

Coincidiendo con el inicio de la temporada alta de agravios y calumnias, alguien publicó en facebook una que tiene un siglo y sigue tan campante: aquella frase que se atribuye a Luis Alberto de Herrera y parece penalizar a toda su descendencia: “Si seguimos la política batllista hasta el hijo del zapatero va a ser bachiller.”La diferencia con lo que realmente dijo es sustancial: “Pasará, señor diputado, lo que ha pasado en Córdoba donde hay zapateros que son bachilleres; y eso es deplorable y me parece un positivo mal social.” Puede encontrarse en el tomo CCXXXVIII del diario de sesiones de la cámara de diputados de 1915 y ha sido recogida por Eduardo V. Haedo en “Herrera, caudillo oriental” (Arca, 1969). El marco es un debate sobre las políticas educativas del país que, en los tres primeros lustros del siglo, tuvo como centro la enseñanza media, universitaria y técnica.Secundaría tenía ya por entonces una función eminentemente propedéutica, es decir, era el paso previo para ingresar a la universidad en sus tres Facultades: Derecho, Medicina y Matemática. > No faltaron voces que criticaran el modelo.Eduardo Acevedo, Rector de la Universidad, en su informe de 1906 criticó sin remilgos la situación: “el título de Doctor, y no de otra cosa, es todavía en nuestro país y será por mucho tiempo una preocupación dominante, casi diríamos una verdadera superstición.”Sin embargo José Batlle y Ordóñez acentuó esa orientación cuando promovió, desde 1906 y lo concretó en 1911, la creación de los liceos departamentales. La ley estableció el criterio que habría de predominar durante muchas décadas: un primer ciclo de cuatro años, en el que se expedía un certificado liceal, y luego otros dos, preparatorios para la universidad, con el título de Bachiller.En sus fundamentos dice que “se enseña con el doble objeto de trasmitir conocimientos a los alumnos (instrucción) y de formarles un criterio, de hacerlos más inteligentes, morales y útiles para la vida (educación).”> El presidente apostaba a la formación republicana y a los conocimientos generales con predominio humanístico: Dice Julio M. Sanguinetti: “Batlle sentía que ese era el modo más directo de elevar el nivel popular.” (El doctor Figari, Aguilar, 2002).Pedro Figari fue la figura más emblemática de quienes se enfrentaron a Batlle y Ordóñez en ese tema. Para Figari la base de la instrucción pública debiera ser la enseñanza industrial dotada de un impulso investigador y creativo que la diferenciara del mero oficio o la...

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