Un pueblo presa del horror y de las sospechas tras el asesinato

Los vecinos del pueblo Lorenzo Geyres aún no salen de su asombro tras el horrendo crimen de la joven Dahiana Makarena Martínez. Hoy, los pobladores del lugar desconfían de todo y de todos.Es media mañana en Lorenzo Geyres. A la llegada, la tranquilidad es la esperada para un pueblo de alrededor de un millar de habitantes. El paso de una moto rompe el silencio. Transita las calles de tosca que enmarcan las viviendas, en su mayoría sencillas, prolijas, muchas con jardines de manos esmeradas.Por la misma calle, camina un hombre mayor. Lleva un diario en la mano y saluda con un amable buen día. Podría ser la descripción de cualquier pueblo imaginado o conocido. O el mismo Lorenzo Geyres hace apenas cinco días, antes de que Dahiana Makarena Martínez desapareciera y apareciera 40 horas después, secuestrada, violada y asesinada por dos jóvenes, de 16 y 19 años, que vivían en la misma localidad y conocían a su víctima, a su familia y a sus amigos.Desde entonces, un manto de sospecha, miedo, rabia, violencia y angustia enturbia esa calma pueblerina. El horrendo crimen parece haber asaltado la vida de los habitantes como un siniestro: repentina e inesperadamente; haciendo que lo conocido se vuelva extraño y peligroso, las relaciones se tiñan de desconfianza y que la vida cotidiana cambiara para siempre. Ya no pueden dormir con la puerta abierta, dicen, ni dejar las bicicletas afuera y algunos niños ya advirtieron que no volverán el lunes a la escuela. "Tienen miedo que les pase algo", aseguran.MIEDO. "Si pasó esto qué más puede pasar, a quién más le puede pasar", dijo una vecina que vive muy cerca de las casas donde vivían El Gordo y El Mister. Las viviendas distan una cuadra una de la otra, y en la noche del martes fueron incendiadas por un grupo de vecinos embanderados bajo la consigna de hacer justicia. Con la misma intención, una docena de jóvenes se reunía en la mañana de ayer en el Complejo Deportivo del pueblo. Habían coordinado una marcha en Paysandú, desde la Jefatura de Policía hasta Plaza Artigas, para la tarde.Querían hablar con el jefe de Policía, Roque Arámbula, y plantearle sus dudas. Pero un familiar llegó para avisar que la abuela de Dahiana había sufrido una descompensación cardíaca y la trasladaron hacia Paysandú. Pidió que suspendieran la marcha."Con cada cosa que le pasa a la familia, nos da más ganas de hacer cosas", comentó una de las presentes. Como los demás, prefirió no dar su nombre e identificarse por la relación que tenían con Dahiana...

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