¿Qué queda de todo aquello?

Así rezaba Charles Trenet su célebre canción, que encendía los corazones románticos de su tiempo. Bien podrían hoy cantarla aquellos jóvenes de 1968, que hace 50 años ocuparon la Universidad de París y lanzaron al mundo un mensaje revolucionario. Las asambleas reclamaban "la imaginación al poder" bajo los retratos de Mao, de Lenin y del Che Guevara.

Se creyeron heraldos de un nuevo tiempo que ellos inauguraban. Hicieron tambalear al General De Gaulle. Lo tuvieron contra las cuerdas, con más ruido que nueces y sin sangre, desde el 22 de marzo al 23 de junio, en que se realiza-ría una elección parlamenta-ria que le dará a De Gaulle un respaldo ampliamente mayoritario.

Era época de revuelta. La revolución cubana, triunfante en 1959, pretendía encender la revolución en todo el continente. El comunismo soviético había aplastado la revolución húngara (1956) y se aprestaba a hacer lo propio con la primavera de Praga (1968), intento de construir un socialismo "de rostro humano". El sueño americano sangraba sus heridas: Martin Luther King, el líder negro de una pacífica revolución por los derechos humanos, es asesinado (1968 también); cinco años antes había sucumbido, bajo siniestras balas de confuso origen, John F. Kennedy, el presidente liberal que había intentado con la Alianza para el Progreso ofrecerle a América Latina otro camino que no fuera la revolución fidelista o el golpe de Estado militar. Paradójicamente, América Latina vivía esa dialéctica, de modo sangriento, desde el golpe de Estado de Brasil, en 1964, al tiempo que alumbraba la mayor eclosión literaria de su historia, encabezada por García Márquez, Vargas Llosa y Carlos Fuentes. La juventud se encendía con la música pop, la irrupción de los Beatles, los grandes festivales y la liberación sexual generalizada luego de la difusión de la pastilla anticonceptiva. La Iglesia Católica, por su lado, vivía un profundo sacudón, con un ala revolucionaria, la de Camilo Torres, y otra reformista que cuajó en el Concilio Vaticano II, para abrir espacio a una visión social hasta entonces inesperada. La oposición a la guerra de Vietnam desbordaba a los EE.UU., unificando de algún modo todas las protestas y expresiones de la rebeldía.

La pregunta de la canción resuena. Para empezar digamos que el mundo fue en la dirección contraria. No marchó hacia el socialismo sino que fue testigo de su fracaso, de la implosión soviética, el único imperio que no fue derrotado por las armas sino por sus propias...

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