Realismo en política exterior

Uno de los cambios que dejó el último lustro en la escena internacional ha sido la valoración del viejo principio realista en la definición de la política exterior de los Estados. La visión realista, de larga tradición en las grandes potencias, hace hincapié en el interés nacional para comprender lo que ocurre en el mundo.> > No es que haya que privilegiar una especie de estado de naturaleza en el que prime el más fuerte y más nada. Tampoco es que se ponga enteramente en tela de juicio la utilidad y legitimidad del derecho internacional. Lo que el realismo señala, en verdad, es que, en última instancia, los Estados siempre tienden a defender sus intereses nacionales, independientemente de la buena o mala voluntad o afinidad que tengan unos con otros. En política exterior, lo único permanente son los intereses nacionales y, para el realismo, quien no actúe en consonancia con esa premisa se equivoca completamente.> > Así las cosas, hay varias crisis que ilustran esta vuelta del realismo en la escena mundial. A fines del año pasado, por ejemplo, Armenia lo sufrió en carne propia al toparse con los intereses de Azerbaiyán. Pero, sobre todo, Ereván se equivocó al suponer que Rusia habría de comportarse como un país aliado en la defensa de los valores de la cristiandad, frente al avance islámico que podía significar la crisis en Nagorno Karabaj. Moscú privilegió sus intereses nacionales, que pasan por hacerse fuerte en su zona de influencia de vieja trama imperial y por ser el gendarme en última instancia de sus conflictos regionales, en vez de adherir a una causa entre idealista y religiosa concreta.> > La política exterior de Turquía también se volcó en un sentido realista en este último lustro, en particular desde el intento fallido de golpe de Estado de 2016. Turquía pertenece sí a la OTAN, pero extiende su influencia en Libia, en Siria e incluso en Azerbaiyán, con la mira puesta en los viejos límites del Imperio Otomano, independientemente de cualquier alianza militar y ateniéndose así a sus intereses nacionales expansionistas más primarios. Incluso, en ese contexto, no ha dudado en replantear escenarios de fricción con Grecia, tanto en Chipre como en conflictos territoriales en el mar Mediterráneo.> > ¿Qué otra cosa más que la defensa del interés nacional británico justifica la salida del Reino Unido de la Unión Europea? Se podrá disentir sobre la conveniencia...

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