Un recuerdo al viejo maestro

Un gran cineasta nos cuenta a otro. El veterano Ettore Scola salió de su retiro para filmar Qué extraño llamarse Federico, una evocación de su amigo Federico Fellini que llega hoy a las pantallas montevideanas.

Autor de films como Nos habíamos amadotanto,Sucios, feos y malos,La familia y otros, Scola fue un hombre muy cercano a Fellini. Ambos se conocieron colaborando en publicaciones humorísticas. Más tarde, ya convertidos en cineastas, gustaban de visitarse mutuamente en los sets mientras rodaban.

Scola se había prometido a sí mismo no volver a filmar hasta que Silvio Berlusconi fuera a la cárcel, pero sintió la necesidad de hacer esta película que incluye materiales inéditos, fragmentos de films, recreaciones y entrevistas. Sin embargo, Scola acudió sobre todo a sus propios recuerdos. "Para mí, Federico era como un Pinocho que no se transformó en un niño de verdad, sino que vivió libre de toda atadura, venciendo incluso a la muerte", afirma el cineasta.

Realizada a 20 años de la muerte de Fellini, la película lleva a preguntarse acerca de la vigencia del autor de La strada y La dolce vita. ¿Importa todavía Fellini? ¿Y por qué? El intento de respuesta puede ser largo, y debería tener en cuenta una carrera en la que hay cosas de calidad muy diversa.

Como el propio film de Scola se encarga de recordarlo, Fellini nació en Rimini en 1920. Llegó a Roma veinteañero, se desempeñó como historietista y periodista, escribió sketches cómicos para Aldo Fabrizi, y se casó con Giulietta Masina, dando origen a una convivencia que duró toda su vida.

Fue Fabrizi quien lo presentó a Roberto Rossellini y lo involucró en el libreto de Roma, ciudad abierta (1945). De hecho, el actor aceptó participar en el film si Fellini, en quien confiaba, escribía su parte. Con esa película, Fellini entró en el cine para quedarse. Continuó trabajando con Rossellini, Lattuada y otros (para el primero se desempeñó también como actor en Amore, 1948), y en 1950 codirigió con Lattuada Luces del varieté, donde asomaba ya el tema muy felliniano de los cómicos de la legua.

En sus siguientes films (El sheik, 1952; Los inútiles, 1953; La strada, 1954) Fellini se fue alejando cada vez más de la ortodoxia neorrealista para incorporar elementos poéticos: la inmediata preocupación social de Visconti, Zavattini o De Sica deja paso en él a elementos metafóricos y místicos, personajes dotados de una fuerte carga simbólica, y una búsqueda religiosa de la pureza o la Gracia.

Es posible que...

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