Recuerdos de un actor

JORGE ABBONDANZAHace unos días, la muerte de Walter Vidarte (en Madrid, a los 80 años) empujó la memoria hacia atrás, obligando a viejos espectadores montevideanos a inscribir el nombre del actor en un período del teatro local que fue extraordinario por la eclosión de personalidades masculinas, un fenómeno que no se repitió antes ni después. Esa etapa, que floreció en los años 50 y 60, fue el tiempo en que Vidarte emergió de la Escuela Municipal de Arte Dramático, como parte de la primera generación de egresados de esa institución, para alcanzar -antes de partir hacia Buenos Aires- algunos años de brillo en la Comedia Nacional, donde figuró su notable éxito con Procesado 1040, un personaje que parecía hecho a la medida de su energía, su temperamento y su desenfado.Aquella época marcó el afianzamiento de una actividad escénica que había brotado con insólita fuerza en el último tramo de los años 40, pero que alcanzó su prestigio en las décadas siguientes. Allí surgió Vidarte junto a compañeros de elenco y contemporáneos como Jaime Yavitz o Juan Jones, en torno a notabilidades de la troupe oficial ya aplomadas, como Enrique Guarnero, Alberto Candeau y Horacio Preve, pero también dentro de una corriente donde circuló el talento de otros colegas del movimiento...

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