Cómo reflotar al Titanic

El jueves pasado, el comunicador Esteban Valenti se preguntaba en la tertulia de “En perspectiva” por qué las encuestas revelaban un retroceso del Frente Amplio en la intención de voto, a pesar de lo que él juzgaba como positivos resultados de gestión.La pregunta es pertinente si tomamos por buenos los indicadores que difunde el gobierno. No recuerdo desde la restauración democrática de 1985, ningún partido gobernante que perdiera una elección sin mediar una crisis económica que afectara directamente al electorado. En la jerga de la comunicación política se dice que el ciudadano “vota con el bolsillo”, tendiendo a optar por los partidos que le aseguran estabilidad y poder adquisitivo. Hace un año, todo indicaba que el Frente ganaba con la fusta abajo del brazo y hoy esa certeza se ha extinguido. Significativamente, los porcentajes de adhesión al gobierno y al presidente Mujica siguen siendo considerables.¿Qué está pasando? ¿Es un fracaso personal de Vázquez y Sendic? En parte sí. El ex presidente apela a un apartamiento voluntario del debate público que en cierta época le dio rédito, pero que ahora lo torna lejano y prescindente. Se rehúsa a debatir pero no se priva de atacar a su principal adversario, incurriendo así en el show mediático que dice querer evitar. El refresco de imagen que prometía la figura del candidato a vicepresidente no fue tal: sus comentarios más sonados fueron también descalificatorios de los adversarios por motivos pueriles.Sin embargo, suponer que la caída del Frente en las encuestas es responsabilidad exclusiva de su fórmula es un error. Tampoco se explica por el crecimiento de los nacionalistas e independientes. La razón profunda debe hallarse en el mismo Frente.En esta campaña electoral, la coalición ha incurrido en un error con el que ya se habían topado gobiernos blancos y colorados del pasado. Los griegos le pusieron nombre hace más de dos mil años: la hybris. Se trata de la soberbia de quien ejerce el poder y desprecia en forma temeraria a todo aquel que se atreva a cuestionarlo. En la cosmovisión griega no existía el concepto de pecado, pero la hybris era castigada por los dioses, devolviendo al soberbio al lugar del que no debió haber trascendido.Nuestra idiosincracia uruguaya no es ajena a esa actitud. Se sabe que tendemos a envidiar al exitoso y simpatizar con el débil. Cuando un político se envanece, generalmente es...

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