Respirador hasta fin de año

Los datos recientemente publicados sobre la evolución del nivel de actividad del segundo trimestre confirmaron lo que decía el termómetro de la sensación generalizada: que la economía está planchada. Y el panorama de lo que se viene no es muy alentador.

La disparidad cambiaria con Brasil ya es similar a los niveles máximos históricos de 1999: lo que hoy acá cuesta 100 se puede comprar a menos de 60 cruzando la frontera. > > Por el lado de Argentina, si bien se espera que con las elecciones lo que venga sea mejor a lo que se va, lo que venga tiene una larga lista de espera de problemas postergados sin resolver. A esto se le suman menores precios internacionales de los productos que exportamos y magros ingresos de capitales del exterior. > > Con este contexto externo y con el motor del consumo interno ya sin combustible, preocupa que la economía entre en un proceso de estancamiento. Para evitarlo hay que tomar medidas. > > Lamentablemente no podemos aumentar el gasto público para contrarrestar el apretón del cinturón del sector privado. Como de costumbre no hicimos los deberes durante la bonanza. Y hoy resignar la disciplina macroeconómica sería suicida. ¿Qué se puede hacer entonces? > > Lo primero es reconocer que hay que cambiar la receta. La combinación de una suba contenida del dólar con intervención selectiva del BCU en el mercado de cambios, con una confianza excesiva en frenar los precios al consumo con acuerdos con el sector privado y el control del déficit fiscal con tarifas públicas elevadas ya no es efectivo. A menos que mejoren sustancialmente las condiciones externas -algo hoy poco probable-, este camino nos conduce al estancamiento económico. > > Llegó el momento de cosechar lo que sembramos en la última década. Gracias a la desdolarización de pasivos, tenemos la posibilidad de dejar subir el dólar para recuperar competitividad sin que se traduzca en una suba insostenible de los costos financieros de las empresas, las familias y el gobierno. > > El inconveniente de ir por este camino es que la inflación se iría indefectiblemente por encima del 10%. > > Distinguidos colegas sugieren que hay que darle un asueto al control de la inflación para validar un dólar más alto. Nosotros pensamos que el compromiso firme de que la inflación anual no supere el 10% no se debe sacrificar. > > Y no somos los únicos: Standard yamp; Poors sostiene quela inflación persistentemente alta es la principal debilidad macroeconómica del Uruguay...

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